Algunas de las razones del noveno puesto

Podía darse esta situación y acabó por darse. La selección española se vio obligada a decir adiós antes de tiempo al Mundial de Budapest, primera prueba de fuego de una nueva generación liderada por David Martín, seleccionador desde el pasado 30 de enero. Con la llegada del que fuera mítico jugador del CN Atlétic Barceloneta (ocho Copas del Rey y ocho Ligas) la Dirección Técnica de la RFEN buscaba provocar un cambio drástico en un combinado que desconoce lo que es un éxito deportivo desde Roma 2009 cuando cayeron en los penaltis ante Serbia.

Esa gesta con sabor a plata (en la que David fue uno de los protagonistas como jugador) fue el último gran éxito de un equipo nacional que ha seguido el camino inverso al de las chicas. Mientras que las de Miki Oca trabajan bajo un proyecto estable en el que las decisiones (en su mayoría acertadas) han traído consigo grandes frutos, los chicos no han sido capaces de dar con la tecla. El primer acercamiento a un análisis real hay que hacerlo lejos de cualquier táctica, técnica o convocatoria. No es un secreto que David sabe trabajar y que trabaja como nadie. Desde su nombramiento se ha volcado con llegar dentro de sus posibilidades y medios lo mejor posible a la cita más importante del año. No obstante, las ganas e ilusión que detonan el esfuerzo diario de los integrantes de la selección chocan de lleno con la falta de respaldo de clubes y órganos federativos. Sólo un dato demoledor, este resultado va a ser el peor de la selección española en un Mundial de los últimos treinta años.

«Una de las razones de este hecho es que la transición no ha contado con todos los actores; al dejar fuera a muchos jugadores»

Sin embargo, el problema no viene de ahora, sino más bien de la irregular planificación que se ha llevado a cabo en los últimos años. Tiempo en el que se ha buscado llevar a cabo un proceso generacional que nunca ha terminado de hacerse efectivo. Una de las razones de este hecho es que la transición no ha contado con todos los actores. Viene siendo habitual contar con un grupo de trabajo corto que deja fuera a deportistas de enorme nivel. Un método contrario al que utilizan potencias como Serbia. Dejan Savic cuenta cada año con un alto número deportistas al que sigue y foguea cada verano. Se le cuida y se le mima para que mantenga el rendimiento hasta que dé el salto definitivo. Esta particular purga ha dejado fuera, por ejemplo a la generación del 91, subcampeona del Mundo de su categoría. Jugadores de enorme calidad como Pere Estrany, Óscar Carrillo, Gonzalo López – Escribano o Rubén de Lera que nunca llegaron a explotar a nivel internacional. Quizás la idea de buscar a toda costa jugadores de dos metros no ayude en la causa. Está claro que ese no es el waterpolo de España. Más allá de este error de planificación sobrevuela la salida de Xavi García que tras ser rechazado se marchó a Croacia con quien quedó subcampeón olímpico. Un caso curioso que deja entrever los sinsentidos.

Faltó jugar Liga Mundial

Es un secreto a voces que la preparación de cara al Mundial a pesar de haber siso intensa y bien programada se quedó corta. La RFEN planteó una serie de concentraciones y torneos de elevado nivel con algunas de las principales potencias mundiales (me refiero sobre todo a Hungría y Montenegro). Sin embargo, el aglutinar en poco más de un mes una acelerada gestación no compensa la falta de rodaje con la que llegó a Budapest el equipo nacional y más cuando se desechó la posibilidad de jugar la Liga Mundial, algo necesario para un equipo tan experimental como este.

En esta línea, a día de hoy la falta de apoyo económico de instituciones tanto públicas como privadas estrangulan sin contemplaciones los proyectos de los clubes españoles. Cada año, algún club con billete para jugar en Europa se ve en la tesitura de elegir entre renunciar y aumentar las nóminas de los jugadores o disputar la competición y bordear el abismo de las deudas.

«¿Cómo se soluciona esto? Con un mayor respaldo y sobre todo con incentivos económicos dirigidos a los clubes como hacen en Hungría»

El waterpolo profesional sólo es rentable para algunos clubes concretos, para el resto es centro de imputación de gastos. Y así pierde la entidad, el deportista que recibirá una contraprestación irrisoria que probablemente no le dé para vivir y al cabo de un tiempo opte por colgar el gorro, la Liga que caerá en picado y por último la selección, puesto que el bajo nivel del Campeonato repercutirá de lleno en el rendimiento y nivel del equipo nacional. Y es que es una relación sinalagmática en la que Liga y selección se autofinancian una de otra. Mantienen un vínculo recíproco. ¿Cómo se soluciona esto? Con un mayor respaldo y sobre todo con incentivos económicos dirigidos a los clubes como hacen en Hungría, donde se premian a los equipos que se clasifican para jugar en Europa. Así todo es más llevadero.

No obstante, sería injusto señalar a este equipo y someterlo al escarnio público. Yo confío en David Martín. Confío en estos chavales y sé que la paciencia traerá grandes resultados. El próximo año en Barcelona podremos hacernos la idea de las virtudes y defectos. No obstante los datos estadísticos que ha dejado este Mundial ayudan a examinar un poco más el rendimiento.

twitter-bird@etoster

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