Bandy Zolyomi: el brujo del waterpolo español

Enamorado del waterpolo, sentó las bases para expandir y consolidar el waterpolo en todo el país, a la vez que marcó las directrices para llegar a nuestra situación actual ¡Con todos ustedes, uno de los mejores entrenadores de la historia!

Andrés Zoliomy Viczo, más conocido como ‘Bandy’ es reconocido como el padre del waterpolo moderno español. Me sorprendió enormemente cuando en una conversación con un enamorado de nuestro deporte, me comentó “siempre hablas de Bandy Zoliomy” “¿Quien era?”. Se lo expliqué, a la vez que recogí el guante de explicar quién era este mago de los técnicos, esta persona que fue capaz de forzar a la administración y federaciones, a seguir sus criterios, a los que los clubes y jugadores se sumaron de manera incondicional. Bajo su varita se materializó el milagro.

El primer entrenador full time

Él fue el primer entrenador contratado por la entonces RFFEN a full time. Antes, era el entrenador del CN Barcelona. Compartía las funciones de técnico del club decano con el de la selección nacional. También es cierto que en ese periodo la única piscina cubierta en el Estado era la de la Nova Escullera y los entrenamientos debían realizarse, en verano, en dicha instalación. Antes era habitual la contratación de algún técnico para preparar alguna gran cita, como fue el caso del sueco Albert Berglund, quien llegó para dirigir a nuestra selección en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920. Fue por tanto el primer entrenador español en una cita olímpica.

Fue en 1948 cuando, pasada la Guerra Mundial, con la Delegación Nacional de Deportes, al frente de las políticas deportiva, cuando de la mano del CN Barcelona se contacta con Bandy. Técnico húngaro que ayudó a situar al waterpolo italiano en lo alto del waterpolo internacional. Él, descontento con la propuesta transalpina, aceptó trasladarse a Barcelona para realizar su trabajo. Con poco tiempo y pocos elementos para realizar su tarea, la clasificación en los JJOO de Londres, sin ir más lejos fue un octavo lugar que supo a gloria.

En aquel momento se pactó una fórmula de funcionamiento diferente y curiosa. Se constituía un tándem con funciones definidas, seleccionador y entrenador. Los primero fueron Sabata y Zoliomy, que funcionó de manera efectiva, con dominio de Bandy que era entrenador del CN Barcelona y el que conocía mejor a los jugadores. Fue una buena solución para el momento. En 1950, los cambios de reglamento significaron un cambio radical que beneficiaba a los más ‘listos’ y Bandy lo era. Aprovecharon para implantar un juego más rápido, de movimiento. Seguía en el CN Barcelona, renovando e innovando. Sus mayores características. Durante todo el año 1951, la selección permaneció imbatida, ganando los Juegos del Mediterráneo de Alejandría.

En 1952 se repite el octavo lugar, cuando se iba esperanzados en una gran clasificación. Después de ello fue despedido del CN Barcelona. Después del boicot a Melbourne 1956 y la eliminación de nuestra selección para participar en Roma 1960. En ese año Bandy llevó a Italia al título olímpico. No estamos presentes en el europeo de Leipzig ni en los JJOO de Tokyo, 1964.

La base de nuestra realidad

En ese momento Bandy (medio retirado del waterpolo) en Italia, recibe la llamada de la RFEN, que argumenta de esta manera su decisión de apostar por el waterpolo. Su amor a nuestro deporte y la presión familiar de su esposa, la ex nadadora del CN Barcelona Carmen Segura, hizo que no le costase demasiado decidir volver. Primero compartiendo responsabilidad con Juan Luís Abellán. Posteriormente decidió asumir la responsabilidad absoluta. El contrato era aún del CN Barcelona, pero la RFEN compensaba su colaboración con la selección nacional.

En esta etapa se producen los cambios que llevarían a consolidar nuestro waterpolo en la élite. Se crea la Liga Nacional de waterpolo, en la que participan los seis primeros equipos del campeonato de Catalunya y los dos de Castilla. Llega la primera piscina cubierta de 50 metros, la piscina Sant Jordi. Se invierte en la participación en competiciones internacionales tanto de categoría absoluta como los juniores. La senda empieza a estar despejada. Los entrenos dejan de ser en la Escullera para pasar a la Sant Jordi y por allí pasan los mejores jugadores de los clubes que entrenan a las órdenes de Bandy, allí se amplía la base de nuestro waterpolo. Se consigue que el nivel de entrenamientos sea el más alto posible y de ello se benefician los jugadores y clubes, que colaboran de manera entregada.

Era el año 1968 y Bandy dejaba el CN Barcelona para pasar a ser contratado a full time por la RFEN, clave para entender el desarrollo de nuestro waterpolo. Fue el primer técnico contratado en exclusividad por la Federación. Eran los primeros pasos, pero, no quedó aquí. Era necesaria una mayor competitividad en nuestras competiciones domesticas y que mejor solución que “aconsejar” a técnicos y jugadores sobre temas técnicos y sobre su progresión. Así, los jugadores se fueron forjando y repartiendo por los clubes, con lo que el nivel de los mismos fue creciendo y la igualdad en nuestras competiciones fue aumentando.

La señal definitiva fue la primera derrota en competición oficial española del CN Barcelona delante frente al CN Atlétic Barceloneta, club que apostó claramente por el waterpolo, con Manuel Ibern padre, conocido por Polichon, como entrenador, era el 20 de noviembre de 1969. Luego fue el CN Montjuic quien le ganó la primera Copa de España, en el año 1972, de la mano de Josep Brascó, otro de los ‘apóstoles’ de Bandy, que curiosamente no pudo sumar el título a su palmarés al dimitir a pocos días de la final por diferencias con su Junta Directiva. En definitiva, carácter, valentía y criterio.

Entre tanto la selección nacional se apuntaba resultados de prestigio, como la primera victoria frente a Francia a domicilio, o el empate ante Hungría, la vigente campeona olímpica, a dos goles, en la monumental piscina de Sant Jordi, entre otros. Dice la leyenda que una buena parte de este empate prestigioso se elaboró en los entrenamientos del stage, por cuando, coincidiendo con el paso del balón de cuero al elaborado con otros materiales, los entrenamientos se jugaron con el balón con diferente presión del que tenia el día del partido con lo que los lanzamientos fueron completamente diferentes. Con Bandy todo era posible.

Llegó la hora de la verdad, el clasificatorio para los JJOO de México. Desde el año 1952 se había estado ausente en las citas olímpicas. Y Bandy lo logró. Una victoria contra la potente en aquella época Bulgaria, por la mínima, con un gol en el tramo final del partido de Josep Padrós, jugador por aquel entonces del del CN Poble Nou. Pura simbología de la ampliación de la participación en la selección de todos los clubes. El camino estaba abierto, era una autopista forjada con esfuerzo y talento. Desde entonces no se ha faltado en ninguna cita olímpica a excepción de Montreal, con unas circunstancias muy especiales.

Los resultados en México (novenos) con representación de CN Atléti Barceloneta, CN Terrassa, CN Sabadell, CN Poble Nou y, cómo no, mayoritaria del CN Barcelona, pero con jugadores de gran proyección. Jóvenes como Lluís Meya o alguno que sería de los que tenemos enmarcado en letras de oro en nuestro libro de honor como Joan Jané, con solo catorce años. No se paraba aquí, el objetivo era dar el asalto definitivo a la elite del waterpolo. El año 1970 se celebraban los europeos en Barcelona. Una baja de última hora y un mal sorteo llevó al equipo a jugarse el pase a los seis primeros contra Rumanía, en aquel entonces cuarta en los JJOO. El partido, respondió a la expectación, la piscina Sant Jordi quedó pequeña y mucha gente se quedó en las aceras de la calle Paris sin poder ver el enfrentamiento. Rumanía nos ganó y un mal sabor de boca nos quedó por no haber podido conseguir la meta que se había propuesto. Pero ello no desvió el trabajo. Inclusión de jóvenes valores en su momento como Joan Sans, Alfons Cánovas y Gabi Soler, entre otros.

El año 1971, las piscinas Bernat Picornell cobijaban el Campeonato de Europa Júnior. Se consiguió un subcampeonato, con un partido final en el que se necesitaba superar a Hungría por tres goles para conseguir el campeonato. Mientras que el marcador reflejaba un 5-1, la lesión de Pons Puigdevall y la reacción magiar dejó la hazaña a medias, puesto que se venció a la campeona, con nombres míticos,como Thamas Farago, ya en su selección absoluta, que dominaba el waterpolo en aquella época, por 8-7, con los ocho goles anotados por Joan Jané. Llegaba, rápido, con sigilo, el reto de clasificarse para los JJOO, en esta ocasión en Alemania, en Múnich. Se logró con holgura. Solo la bestia negra, Rumanía, nos ganó. Así y todo, parecía que la hora y el lugar estaban decididos. Múnich parecía que lo era. No pudo ser, se venció a Japón y a Bulgaria, pero el partido clave, ante Italia, salió cruz. La potente URSS confirmaba que el salto quedaba para el futuro y que Bandy, decepcionado, debería esperar a que su siembra recogiera los frutos.
Rasgos de su personalidad.

Reflexiones y anécdotas

El relevo de Bandy fue Josep Brascó. Seguidor y admirador del maestro que tuvo que lidiar con el “cambio”, dejando atrás a nombres ilustres y elegir a los jóvenes que debían luchar por hacer realidad el sueño. Josep merece un capítulo entero. Lo hizo con criterio y bajo la tutela del número uno, soportando la presión de ocupar la plaza del mejor. El progreso de nuestro deporte no se entendería sin reconocer la influencia de Bandy en los técnicos. Lolo Ibern, quien como seleccionador llevó a nuestro combinado entre los seis primeros en los JJOO, Moscú 80 y a la primera medalla, en 1983 en Italia, Joan Jané, Toni Esteller, Alfons Cánovas, yo mismo. Todos llevamos el waterpolo de Zoliomy dentro.

Característico de Bandy fue la lucha por conseguir lo mejor para nuestro deporte, lo es, la lucha de los mejores nadadores para llevarlos a la selección. Se afrontaba la disputa de igual a igual con la natación, por los jóvenes y los mejores. Las incorporaciones de Conde o Queralt en su primera etapa, las luchas con la RFEN por conseguir la participación de Fortuny y Torres, llegando a poner su continuidad en juego, en pulso que llegó a ganar.

Visión y consejos. Importante fue también para el estamento arbitral, aconsejando a jugadores, ya veteranos, su paso a otras funciones dentro del waterpolo, por ejemplo Mateo Manguillot, de portero a árbitro internacional que llegó a pitar finales olímpicas. La Sant Jordi se convirtió en un centro de entrenamientos también de los árbitros, el más fiel asistente Eugeni Asensio, al que recuerdo a Bandy diciéndole “no hace falta hacer sonar dos veces el silbato para señalar una falta, con una vez es diferente”.

Recuperador de deportistas y dirigentes. Aún recuerdo a Quim Pujol, mariposista y nadador internacional, alejado del mundo de deporte durante una buena temporada, entrenado a las órdenes de Bandy, nadando mariposa con la pelota entre los brazos y llegando a jugar en el mismo CN Atlétic Barceloneta, un zurdo que incorporó a nuestro waterpolo y que llegó a ser el máximo mandatario en la FINA.

Con don de gentes. Reconocido por todo el mundo del waterpolo internacional, tuteaba, imponía sus criterios a la élite. Sabedor de su “estatuts” era incapaz de callar cuando, fuera quien fuera la autoridad que se le dirigía hacia sentencias erróneas. Una filosofía clara. El mundo es para los más listos. Aún recuerdo su frase, comentando la situación política, sancionando claramente al comunismo: “En España (Occidente), si eres listo, puedes triunfar, tienes oportunidades, en Hungría, no. Todo el mundo está condenado a ser igual, todos grises”.

Peculiar. Mi entrenador, Agustín Mestres, discípulo de Bandy, siempre me decía que Zoliomy era el mejor, el más listo. A la vez que, cercanos los JJOO de Múnich, una vez me habían comunicado mi selección, Mestres me dijo “Hasta que estés en el avión, y aún así no te fíes, no lo des por hecho. Con Bandy nunca puedes estar seguro”. En este aspecto, recuerdo que en el Torneo Preolimpico, en el mismo Munich, con un jugador de más a los que se podían inscribir, nos dijo, “el que quede fuera ahora estará seguro en los JJOO”. Cumplió.

Buena relación con los jóvenes. En aquella época se hacían las concentraciones en la Residencia Joaquín Blume de Esplugues de Llobregat y él miraba de relacionarse con nosotros de manera afable. Nos contaba chistes, o por ejemplo nos decía, voy a hacer la selección haciendo preguntas. Así, por ejemplo, al que quería que estuviera, “¿de qué color es tu jersey?”. Y es que en el aparatado de técnicos, creó escuela y marcó una época. Alentó la opción de entrenador jugador, que potenció a clubes, sirvió para expandir su filosofía del juego y del trabajo en todo el territorio. En mi memoria, el consejo, con bofetón amistoso, a Quim Pujol, el responsable del waterpolo nacional en aquel momento, en la piscina Picornell, “Pon a Joan (Joan Jané) de seleccionador”.

Joan Jané, su hijo pródigo

Y hablando de Joan Jané, puedo decir que fue el hijo prodigo, su apadrinado, el que más ha querido. Ello no le hizo temblar a la hora de tomar decisiones espinosas en situaciones límites. De él y de Gianni Lonzi, el mandatario del waterpolo mundial, es de quien más había oído hablar a Bandy, puesto que Gianni tuvo una grave lesión cercanos los JJOO de Roma, que Bandy ganó con Italia, y explicaba los esfuerzos del entonces jugador transalpino, para hacer la recuperación, llegando a llorar para poder recuperar su rodilla y participar en los JJOO.

Siempre con el carácter ganador. Bandy, después de dejar el cargo siguió colaborando con la RFEN. Llegó el europeo júnior en Jonkoping (Suecia). Ganamos a Hungría por un solo gol, casi éramos campeones, pero, el partido había sido muy duro y solo terminar se formó una “tangana” importante en el agua y fuera de ella, que llevó a sancionar a varios jugadores magiares y uno nuestro. Ello condicionó el campeonato y terminamos segundos. Pero lo importante fue que, nuestro seleccionador, Josep Brascó, nos recriminaba la pelea, haber caído en la provocación. Como debía hacer. Pero, Bandy, con la autoridad moral que tenia, respondió a Brascó, “felicita a los chicos. ¿Que querías que hicieran que se dejaran pegar?». No fue una desautorización al seleccionador, fue un refuerzo moral a todos nosotros, toda una lección.

Coleccionista de antigüedades. Bandy, todo un “gentelman”, por su posición económica y afición, compraba, en casi cada salida, un bastón, con puño trabajado, elaborado, del que era coleccionista. Y es que tanto en esto como en todo Bandy, un número uno mundial, fue un personaje único. Estoy convencido que tal como destacó en nuestro deporte, podía haber destacado en cualquier actividad que se hubiera propuesto. Húngaro de nacimiento se consideraba español en todos los sentidos. Enamorado del waterpolo, sentó las bases para expandir y consolidar el waterpolo en todo el país, a la vez que marcó las directrices para llegar a nuestra situación actual. Siempre al lado de los jóvenes, fue un apóstol del waterpolo de movimiento, convencido de poseer la verdad, admirador de los elegidos, a los que sabía reconocer y hacer suyos.

twitter-bird@GasparVenturaM

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