Íñigo Garate: un lobo de piscinas

Desde su particular humildad, Garate continúa promocionando a su manera un deporte donde siempre se ha sentido querido y realizado; después de toda una vida dedicado al waterpolo ahora lo vive en la grada "como padre de una jugadora"

Íñigo Garate (medio) en un partido de Liga / A.Q.

muchos son los que han conocido a lo largo de sus 52 años a Íñigo Garate. La mayoría con la que he hablado estos días coinciden en lo mismo: «es un amante de este deporte, amigos de sus amigos y todo un libro abierto repleto de historias en las que siempre el balón amarillo es el protagonista«. Íñigo es una de las caras más reconocidas internamente en el waterpolo vasco. Su labor de promoción de este deporte en Euskadi es incuestionable debido a la entrega y dedicación que ha demostrado siempre. Una persona que no se expone y a la que en un clima de confianza le encanta contar anécdotas tras más de media vida dedicada al waterpolo como árbitro y entrenador. Una persona que aunque pasa desapercibida ha sido capaz de marcar un antes y un después en el País Vasco. Para muestra un botón. En su primera temporada como árbitro nacional sólo arbitró un partido durante todo un Campeonato de España de categorías debido a que la Federación se había olvidado de él. Cuando Josemi Espinosa preguntó con él, fue cuando se percataron del error y le convocaron de urgencia para esa misma competición. Y es que Garate es de los que trabaja desde abajo con la intención de consolidar los pilares que posteriormente sustentarán las bases del proyecto.

Del ‘Portu’ de siempre

Algo que bien heredó de su padre, quien en el año 1948 junto a un grupo de amigos arrimó esfuerzos para fundar la Deportiva Náutica de Portugalete que en sus inicios desarrolló su actividad en la ria de Nervión junto a la playa de Portugalete, al carecer en aquella época de piscina. Éste hecho marcó el devenir de Garate, quien hiciera sus pinitos en el waterpolo a penas sin ser consciente. En 1978 se produjo una escisión de la Deportiva Nátucia, lo que provocó que el club se quedara sin apenas componentes. Fue entonces cuando el entrenador de aquel equipo -Juanjo del Horno- se dirigió al aita de Íñigo para que su hermano mayor -portero de fútbol en aquella época- se incorporase al equipo para intentar continuar con el proyecto. Al ver a su hermano, se despertó en él la chispa por el waterpolo. Algo que le hizo que se adicionara al equipo.

La historia del Portugalete no se entendería (como es lógico) sin la mano de la familia Garate, por lo que no es extraño escuchar de su boca que para él formar parte de esta entidad es «todo un orgullo«, puesto que el testigo familiar ha ido de padres a hijos. Es más, a día de hoy su hija Uxue es deportista del club. Es por esta circunstancia que Íñigo es un gran conocedor del actual momento que vive el club. Un momento que define «como muy importante» de cara a su futuro. «En la actualidad contamos con unos 200 deportistas, en las cuatro disciplinas que desarrollamos pero en las actuales circunstancias las posibilidades de espacio, limitan el crecimiento. Sin embargo somos optimistas en la materialización de un proyecto, que junto con las instituciones estamos desarrollando para el cubrimiento de la piscina exterior de 50 metros, lo que nos daría la posibilidad de crecer«, explica con franqueza uno de los talismanes de la Náutica que aunque reconoce que «como todo club ha vivido altibajos» destaca los visos de mejoría, puesto que entre otras cosas lograron once años después su unificación tras la división del 78.

Un club consolidado

Habiendo sido partícipe de los acontecimientos más notorios de la entidad vasca, el futuro que le augura es bueno a día de hoy, puesto que considera entre otras cosas que «a nivel humano contamos con un gran equipo técnico y deportivo, y a nivel deportivo, se han sentado las bases para un mejor desarrollo de todas las disciplinas«. En lo que respecta a la faceta económica, reconoce que es «complicado, ya que las ayudas institucionales son muy escasas y hay que sostenerse en las cuotas de los deportistas y en patrocinios, que también son muy complicados. Pero será determinante, muy determinante, más que para el futuro, para la evolución del Club, el proyecto de cubrimiento de la piscina exterior«, insiste.

[bs-quote quote=»Desde mi punto de vista la falta de enganche para el profano, no evolucionamos de cara al espectador, se ha convertido en un deporte predecible y aburrido» style=»style-14″ align=»center»][/bs-quote]

Desde que se tomara un descanso (desde el punto arbitral) en el año 2007 por el nacimiento el año anterior de su hija no se ha llegado nunca a reincorporar al mercado nacional, pero bien es cierto que colabora de manera activa como evaluador y delegado federativo más allá de matar el gusanillo como árbitro en las competiciones de Euskal Herria y aficionado en las grades «como padre de jugadora«. Y es que las exigencias laborales y personales provocaron que se tuviera que tomar un respiro después de que en su momento diera un paso al frente «tras unos años de escasez de equipos y competición en Bizkaia«. «Hubo un momento en el que el waterpolo empezó a resurgir y fue Josemi Espinosa, quien me ‘engañó’, aun siendo jugador, para empezar a arbitrar en categorías, ante la necesidad de nuevos árbitros«. Pronto se dio cuenta que su pasión por el arbitraje fue yendo a más después en una primera época en la que al jugarse la conocida como Liga VAN (Vasco, aragonesa y navarra) la adaptación a la escala nacional apenas existió, más allá de un «periodo de aprendizaje«.

Después de muchos años de dedicación al silbato, Garate llegó entre otras cosas a arbitrar en su último año como nacional la final de Copa del Rey celebrada en 2006 en Puerto de la Cruz. Madera de buen árbitro tenía. Dialogador y capaz de tomar el control del partido, Íñigo nunca se tomó como una meta pero si como un objetivo el ascenso al panorama internacional. «Era un objetivo como consecuencia de intentar hacerlo mejor día a día. Cuando llego la internacionalidad me sentí satisfecho por el trabajo realizado«, comenta un colegiado que como consecuencia del cambio de equipo en la Vocalía tuvo que ganarse la designación hasta en dos ocasiones en una época en la que coincidió con algunos de los mejores jugadores y equipos que ha dado nuestro waterpolo. Todo ello dentro de un marco que según el mismo reconoce era «más vistoso (es decir más fácil de ver), dinámico y divertido para el espectador«, puesto que considera que desde su punto de vista al waterpolo de ahora «le falta de enganche para el profano, no evolucionamos de cara al espectador, se ha convertido en un deporte predecible y aburrido«.

twitter-bird@etoster

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