A nadie le hubiera sorprendido que Miguel de Toro hubiera elegido el baloncesto como deporte para tratar de destacar. Porque le gustaba verlo, aunque mucho menos practicarlo, y porque su estatura, 2,03m, parecía más apropiada para dirigir sus pasos hacia el deporte de la canasta que no a la natación o el waterpolo. “Empecé a jugar con 16 años en el Waterpolo Sevilla –recuerda-. Allí estuve cuatro temporadas, una de ellas en CAR de Sant Cugat, con 17 años. Y desde los 20 estoy en clubes catalanes, primero en el CNB y ahora en el Mediterrani en mi segunda termporada”. El talento andaluz se acercó a las piscinas por casualidad, al tener que acompañar a un hermano suyo que necesitaba nadar por prescripción médica. Y de tanto acompañarle acabó por iniciarse con sus primeros entrenamientos.
Ahora está muy a gusto en el Mediterrani al lado de un crack como Marc Minguell (“nos aporta mucho: profesionalidad, experiencia, seriedad, y es un placer entrenar a su lado, siempre aprendemos mucho de él”), y es feliz con cada llamada de David Martín para representar a España con la selección. “El recibimiento fue estupendo. Y debutar en los Mundiales de Budapest, algo tremendo. He decir que todos mis compañeros me han ayudado mucho en estos meses de convocatorias. Llegas muy nervioso y gracias a ellos y al ambiente que encuentras vas cogiendo confianza, empiezas a dominar la dinámica de trabajo. Ahora ya no estoy nada intimidado. Ya lo entiendo más todo. Me siento muy cómodo”.
Un sueño hecho realidad
Resume su estreno de 2017 en la selección de este modo: “Ir a Budapest fue como un sueño. Creo que les pasa a todos los chicos cuando debutan. Yo tuve la suerte de ver cumplido ese sueño”. La multiplicación de partidos y competiciones en este invierno le ha ido muy bien a De Toro, que ha podido disfrutar de muchos minutos en todos los partidos en los que ha intervenido. “Estos torneos nos han hecho crecer como grupo e individualmente –asegura-. Creo que está siendo una gran preparación para los Europeos de este año”.
El hecho diferencial entre Budapest y Barcelona 2018 para De Toro va a ser jugar ante su público: “Competir en casa será algo genial. Es una experiencia que no todo el mundo puede disfrutar. Ahí estará tu gente, tus amigos, aquellos que te han visto crecer. Y la Picornell es una piscina fantástica con un graderío estupendo. Y seguro que la organización será muy potente”. Para el sevillano, que apenas tiene 24 años, sólo cuenta Barcelona 2018. “Siempre se preparan las competiciones a corto y medio plazo –observa-, pero nosotros ahora mismo sólo pensamos en los Europeos. Es nuestra prioridad máxima. Tokyo 2020 llegará en dos años y ya tendremos tiempo de pensar en ello”.
Prefiere no hablar de objetivos para este verano, sino de “crecer, estar a la altura del acontecimiento y pasar la primera fase, que es casi una obligación”. De Toro espera que después puedan dar la campanada y llegar “lo más lejos posible”. “Dentro de unos años –concluye- estaremos en la pelea por los títulos. Hay gente joven y muchos hemos estado trabajando juntos mucho tiempo. Nos queda, eso sí, seguir trabajando y pulir detalles que nos harán estar ahí arriba”. El gigante de la selección se ve relacionado con el deporte en el futuro. De momento está en tercero de INEF y va compaginando como puede los estudios con el waterpolo al máximo nivel. Tiene tan claro que el waterpolo español volverá a estar en lo más alto en el futuro como que él seguirá vinculado al deporte cuando se retire. Pero para eso falta mucho tiempo.