Simón Fuste: 41 años, 9 clubes y toda una vida ligado al balón amarillo

Aunque ya se ha retirado hasta en tres ocasiones, su pasión por el balón amarillo le mantiene vinculado por medio del CN Olot donde disfruta de un deporte que le ha dado todo en lo personal

El waterpolo ocupa un lugar especial en la vida de Simón Fuste. Y lo hace desde que era muy joven. «Hay que remontarse a la década de los 80, con apenas cinco años mi madre me apuntó a solfeo para tocar el piano, me aburría soberanamente y a los pocos meses me apuntó a natación. Tampoco me agradaba, qué aburrido era ir de punta a punta de una piscina sin más, pensaba. Volví al solfeo y tras quedarme dormido en un concierto, quedó claro que lo mío era el deporte activo y volví a las piscinas de Regente Mendieta, feudo de las categorías del CE Mediterrani. Y allí empezó un idilio con el agua que continua hasta día de hoy. Mi hermano mayor por aquel entonces jugaba con 13 años a las órdenes de un jovencísimo Quim Colet y no tuvo mucha suerte porque no tenía base de natación, empezó tarde. Acabó abonado al banquillo. Así que vi la oportunidad de ser mejor que mi hermano y me volqué en la disciplina acuática hasta que por fin a los 12 años abandoné la natación de escolares y entré a formar parte del equipo infantil«, recuerda en WATERPOLISTA.com un amante del waterpolo quien bien pronto saltó hasta la portería. Justo en la entidad del barrio de Sants, en sus años formativos se hico como un guardameta competitivo, pero las doce sesiones de entreno semanales y los requerimientos de la carrera universitaria, «me hicieron decantar por dejar el waterpolo de élite. Hay que priorizar en la vida, y yo escogí los estudios». Todo ello después una serie de temporadas en el absoluto del Mediterrani, particularmente entre los años 1999 y 2001. Allí compartió posición con Pinedo,y se enfrentó a equipos de gran nivel como el CN Catalunya de Jesús Rollán, o el potente CN Barcelona de Dejan Savic e Iván Pérez.

| Una trayectoria por grandes equipos

En este sentido, una vez Fuste puso punto y final a su trayectoria en la élite deportiva, éste empezó una nueva etapa que duraría hasta el día de hoy, enfocada principalmente a «ayudar y hacer crecer a los equipos» por los que ha pasado. «El primer reto fue coger a un CN Molins perdido en la última división regional y dirigido con mucho corazón por José Avilés, traerme cuatro compañeros y armar un equipo competitivo, así como ayudar a las bases de donde saldrían grandes jugadores como Fran Sánchez o Lluís Casellas. Logramos 22 victorias de 22 partidos y lo mismo al año siguiente para acabar jugando la fase de ascenso a nacional. Durante esta etapa también disfruté del waterpolo universitario donde coincidí con grandes figuras de la pasada generación como Gustavo Marcos, Pinedo, Tato o Dani García, entre otros. Logramos 4 Ligas y 4 Campeonatos de España. Y en el 2002 fue nombrado mejor jugador universitario de España. Grandes recuerdos. Mis estudios me llevaron a Escocia en donde milité en el Portobello de Edimburgo quedando cuartos en los British Championships; fundé y dirigí un equipo mixto en la Universidad de Napier con estudiantes sin experiencia previa y de una decena de nacionalidades. Una experiencia digna de película. Y hasta estuve a punto de jugar junto al Príncipe Guillermo en la selección escocesa, pero este acabó por no venir. En mi retorno a España en 2004 recalé en las filas del Horta SEOP (época en la que todos los equipos tenían sponsor) a las órdenes de Suso y logramos una digna posición en media tabla en una competida y aguerrida Primera División. Al año siguiente (2005) me doy un descanso y me reconvierto en defensor de boya por una temporada, para jugar en la división primera catalana con el CN Poble Nou. Tras un debut espectacular con cuatro goles, todo fue para abajo. Mis habilidades se quedan cortas como jugador de campo. Así que al año siguiente (2006-2007) decido volver bajo palos, esta vez a las órdenes de Dani Gomez en el CN Rubí. Fue un año muy especial en donde logramos el ascenso en la penúltima jornada en la piscina del Echeyde parando un penalti con el tiempo acabado. ¡Apoteósico! Mi último año antes de retirarme fue la temporada 2007-2008 en el CNMontjuic. Un equipo de mercenarios forjado por Toni Fuentes y con jugadores eternos como Ivan Losa y Roberto López, que empataría en lo alto de la clasificación con CN Catalunya en Segunda Nacional sin lograr el ascenso. Me retiré del waterpolo para estudiar un Master y el club me entregó una placa por mi trayectoria deportiva. Al año siguiente el club sí que logró el ansioso ascenso a Primera en parte gracias a la incorporación de un desconocido por aquel entonces Gonzalo Echenique. Vuelvo de mi retiro en 2009 para echar un cable al Portobello escocés, viajando a la isla cada 15 días en una liga de siete fin de semanas. Me siento bien en el agua y decido unirme al año siguiente al CN L’Hospitalet, compaginando ambas ligas, para ayudar a mi mentor Juan Ramón Giménez en Primera división y coincidir de nuevo con amigos como Álvaro López e Iván Losa«, explica.

Por si fuera, poco la enorme pasión de Simón no le apartó de las piscinas, ya que al año siguiente de formar parte de L’Hospitalet, e inmerso de lleno en el mundo laboral regresó a la entidad de Can Roses y se centró durante tres años en el filial del CN Rubí de la Primera Catalana. «Ayudo desde la portería al equipo en la formación de jugadores de la cantera como David Carrasco, Marc Mejías o Max Vernet entre otros. En verano del 2015 vuelvo a retirarme por segunda vez por motivos laborales y por falta de ilusión en el agua. Siento que ya he dado todo lo que tenía que dar. Me lanzo a probar algo más ‘soft’ y freakie como es el hoquei subacuático en els Seitons del Barcelonés. Mis habilidades como portero no servían de mucho puesto que este deporte requiere de técnica y apnea, así que, a pesar de un gran inicio, me desanimé a seguir. Así fue como en julio del 2016, el CN Rubí se mantiene en División de Honor y decide no renunciar a la categoría llamando a filas a todos los jugadores disponibles. Yo me sumo y comparto portería con Kevin Lenard. Un año complicado por la falta de planificación del mismo que terminó con el descenso del equipo a pesar de haber cosechado grandes partidos y resultados. Con esa escuadra, la temporada 2018-2019 fue espectacular logrando 10 victorias de 11 partidos en la primera vuelta. Ganábamos con mucha autoridad. Sin embargo, en diciembre debo marchar a Olot por motivos laborales y mi entrenamiento se resiente, así como los minutos que juego. La segunda vuelta cedimos varios encuentros y nos arrebataron el liderato en la última jornada en un partido directo con el Concepción. Por practicidad, decido dejar el CN Rubí y paso a enrolarme en el CN Olot bajando tres divisiones hasta la Segunda Catalana. El objetivo de devolver a división nacional un equipo que hizo historia en la década anterior me parecía retador. Pero no se dieron las condiciones necesarias en el club. Mis dos últimas temporadas (2019-2021) las juego en el CN Poblenou bajo las órdenes de Yuri Colet: ascenso de Segunda a Primera Nacional la primera temporada (parada en febrero por el covid) y la segunda temporada decido colgar el gorro tras no contar con la confianza del entrenador a pesar de hacer una buena temporada. Recientemente he vuelto a ponerme el bañador para ayudar al CN Olot», asegura con todo detalle un deportista que siempre se ha encontrado a grandes compañeros en todos los clubes, pero que por otro lado guarda una especie relación con el CN Rubí. «Aúna los valores esenciales de este deporte: compromiso, disciplina y familiar. Han sido capaces de hacer un trabajo impecable en estas dos últimas décadas (bajo la batuta de Dani Gómez) creando deportistas, personas y amigos. Los frutos están ahí, siendo uno de los pocos equipos con un consolidado masculino y femenino en División de Honor. Y lo han logrado con pocos recursos, mucha humildad y unos marcados valores de trabajo. En lo personal me siento afortunado de haber visto crecer a grandes waterpolistas como David Carrasco, Alex y Bea Ortiz o Ferrán Pascual por mencionar algunos (y me dejo muchos). Vuelvo a menudo al club, participo de eventos e intento apoyarlos en todo lo que puedo, cuentan con mi gratitud eterna. La siento mi casa, mi familia y no importa cuánto tiempo pase, ese sentimiento es imborrable», apunta.

| Las diferencias con el antaño

Por otro lado, tras una vida vinculado al waterpolo, y teniendo en cuenta que sus inicios fueron a finales de los años 90, Fuste es un gran conocedor de como era el waterpolo por aquel entonces. «Era distinto sin duda. Era heterogéneo, se mezclaban estilos y aptitudes con la llegada de poderosos jugadores como Dejan Savic, Peter Nizny o Sostar. Recuerdo que era muy competitivo: era complicado lograr minutos en División de Honor, te lo tenías que currar mucho. Había mucha calidad en la mayoría de equipos. Había grandísimos porteros en todos los equipos: Victor García, Dani Raso, Silvestre, Rollán, Miguel Ángel, Ángel Andreo, un listón muy muy alto y con una grandísima preparación. Incluso me atrevería decir que era más físico. No hay que olvidar que hablamos del CNB de Savic e Iván Pérez, el Canoe de los hermanos Moro y Fiti, del CNAB de Estiarte y Ángel Andreo y del CN Catalunya de Arévalo, Sanz, Toto y Rollán. Me siento honestamente un privilegiado de haber podido vivir desde el agua ese momento del waterpolo tan relevante», relata, así como considera que las principales diferencias en líneas generales se centra en que ahora «hay más licencias». «Hay más práctica del waterpolo por todo el territorio nacional con lo que hemos ganado masa crítica en este deporte: hay más licencias año tras año en parte gracias al auge del waterpolo femenino y del crecimiento orgánico experimentado. También ahora hay una generación de técnicos fruto de la Edad de Oro del waterpolo español que han aportado mucha vocación y se han atrevido a afrontar este deporte desde nuevas vertientes dando lugar a un waterpolo más técnico y abierto. Y ahí están los resultados: el waterpolo español repitiendo podio año tras año. Adicionalmente creo que ha habido un cambio importante en la preparación física y sobretodo nutricional de los deportistas, logrando más longevidad (no hay más que ver a Pinedo) y condiciones físicas. En la parte negativa veo menos vocación waterpolística, los waterpolistas de ahora en términos generales les veo menos implicados con su deporte. Sobre todo, en categorías por debajo de División de Honor, el waterpolo es más social. Veo demasiadas jóvenes promesas que lo dejan demasiado pronto por falta de estímulo. Y es que no hemos logrado crear un modelo de negocio que permita nutrir y profesionalizar nuestro deporte, sigue siendo una asignatura pendiente«, sentencia un jugador que reconoce que a sus 41 años es un lujo el poder «seguir notando la adrenalina del balón, el juego colectivo y el calor del equipo es un regalo, aunque soy consciente de estar viviendo en el tiempo de descuento. En un futuro, no descarto seguir vinculado desde fuera del agua, para seguir devolviendo con gratitud a este deporte todo lo que me ha dado».

twitter-bird@etoster

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