El vínculo emocional de Clàudia Orós con su querido waterpolo
Desde sus orígenes, la catalana forma parte del CW Figueres y tras cerrar su etapa como jugadora en activo, ahora ejerce de entrenadora de categoría, y también de nexo entre el Club y los padres
El vínculo emocional que mantiene Clàudia Orós con el waterpolo es incalculable. Es más, en ocasiones hasta le da miedo ver como ama tanto a este deporte y a toda la gente que le ha venido aportando. Hoy día ese vínculo no sólo es emocional, sino también laboral, debido a las funciones que viene ejerciendo en el club de su vida, el CW Figueres. Hoy día entrena a los equipos de categoría benjamín, alevín, infantil y algunos cadetes. «También ayudo mucho en la gestión del club. En clubes tan pequeños pasas a solucionar todo tipo de problemas. Si hay que pedir bañadores te encargas tú, si hay que hacer actividades para que el club gane dinero también te involucras, si hay que sacar licencias a la hora que sea o cualquier problema que surja en la piscina o en algún partido. Me encargo de que muchos niños vengan a probar el waterpolo y soy el nexo de conexión del club y los padres. Intento hacer todo lo mejor que puedo para que sigamos adelante«, explica a WATERPOLISTA.com una amante del waterpolo que siente especial cariño por un CW Figueres que nació en 2007.»El vínculo con estos colores es gigante», apunta una entrenadora que se inició bajo las órdenes de Ramón Rosell, a quien dice debérselo todo en el waterpolo.
| Su etapa como jugadora en activo
«Empecé compitiendo siendo infantil en Figueres. Y al llegar a cadete era la única chica del club. El GEiEG me abrió sus brazos y hizo que me consolidara. Jugué todo el año cadetes con un grupo de chicas. Ese mismo año mi entrenador Jordi Sala me subía a jugar a Primera División con las absolutas. Ahí Gloria Espinar me guiaba, dormía con ella en su casa antes de los partidos y me mimaba. Recuerdo cenar en su casa y que me explicara las jugadas. Más tarde el GEiEG renunció a Primera División. Y yo al tener mi vida en Figueres volví a jugar en Figueres. Necesitaría haber seguido a ese ritmo, o haber ido a Barcelona a algún club para seguir creciendo. Volví a casa para disfrutarlo. Jugaba muchísimo en Figueres, era la capitana y tenía otras sensaciones muy gratificantes. Finalmente, lo dejé. Entrenaba pero el grupo no seguía. Ir a Girona, era mucho gasto y sacrificio. Y empezaba a ver que eso ya no. Cogí un poco de distancia, viví otras cosas pero siempre con el pensamiento de volver. Al cabo de 2 años me llamaron para ser entrenadora. Y no dudé«, comenta con franqueza Orós, la cual lleva ya 15 años ligada al waterpolo, y sobretodo 15 años adquiriendo valores y fundamentos tan claves como la «humildad, la confianza, el equipo, el esfuerzo y la responsabilidad».
Sin embargo, si el waterpolo para ella es determinante, el Figueres lo es más aún. «Es un club muy muy bonito, donde puedes crecer y llegar a ser muy grande. El club es pequeño y no tiene muchos jugadores por categorías. Pero realmente te ofrece cercanía. Los pequeños conocen a los mayores, y hasta se saludan y se siguen en instagram. Lo más grande de este club es que si tu quieres mejorar puedes subir y subir de categoría. Tengo un alevín de primer año que lo entreno con infantiles y cadetes. Si ellos se esfuerzan conmigo y juntamente con el club, tienen todas las puertas abiertas. En estos clubs puedes aprender de todos, jugar muchísimos partidos, disfrutar, aprender a perder y alegrarte muchísimo cuando ganas. Los entrenadores transmitimos todo aquello que adoramos de este deporte y cuando hay jugadores que te siguen te sientes muy grande. En el Figueres somos muy felices. Todos nos llevamos muy bien entre nosotros y tenemos un vínculo muy grande. Cuando se te quede pequeño es el momento de trascender», comenta la entrenadora del equipo catalán que considera que el primero de los objetivos del proyecto del club pasa por mantener y hacer crecer la base. «Pero la base no puede crecer sin espacio donde entrenar y con limitaciones de la piscina para celebrar partidos. En nuestros equipos combinados preferimos celebrar los partidos fuera ya que tenemos muchas dificultades para celebrar partidos de categorías inferiores y poco tiempo para montar el campo. Es vital tener más de un carril para poder entrenar en condiciones. El espacio es vital y es donde más se queda atrapado nuestro club. Lo necesitamos para ganar visión de juego en los partidos, necesitamos chutar más, poder hacer transiciones como en los partidos y entender bien qué nos pitaran los árbitros. Eso nos bloquea a no poder tener mejores resultados con niños que entrenan bastante bien. Entrenamos 2 horas en un carril a diario y con muchas limitaciones de balón ya que hay usuarios a las horas que entrenamos y no lo podemos coger. No nos caben 15 jugadores en un carril nadando y tienen que venir un máximo de 9 por entreno, los reparto entre las horas que ofrecemos. Portería 30 minutos al día. Para tener más portería deberían entrenar a las nueve de la noche por disponibilidad de la piscina pero son niños de primaria y de la ESO. Jugadas como hombre de más es nuestro punto flujo, y es una jugada muy básica. Hacemos todo lo que podemos para que la interioricen», comenta, al igual que desvela un secreto a voces: fomentar el waterpolo en la región no es nada fácil. «El nivel que tenemos es bajo. Faltan niños y por lo tanto más competitividad. Todos los clubes hacen lo que pueden», sentencia.