Alejandro González toma como referencia la calma y el buen hacer de José Carlos Cabello
Tras dejar a un lado su etapa como portero en el CN Tres Cantos, el club de su vida, el madrileño se ha volcado en el arbitraje, viviendo su particular evolución hasta la categoría Nacional
Para Alejandro González, el waterpolo ocupa un rol determinante. «Empecé jugando en el Club Natación Tres Cantos cuando tenía ocho años y ahí desarrollé toda mi carrera deportiva en la posición de portero, llegando a jugar dos años en Segunda División y cinco en Primera Nacional«, recuerda un amante del balón amarillo que durante cuatro temporadas estudió en el Centro de Tecnificación de Madrid donde compartió vestuario con grandes jugadores. No obstante, más allá de la portería, otra de sus pasiones ha sido el arbitraje desde los 16 años. «Siempre me había llamado la atención y cuando dejé de jugar debido a una lesión en el codo, me centré en esta faceta, puesto que era una forma de seguir en contacto con el deporte que siempre me había apasionado«, explica González que desde sus inicios hasta el día de hoy, ha evolucionado. «Desde empezar en liga regional hasta encontrarme arbitrando partidos de liga nacional. En los últimos años ha habido bastantes cambios en el reglamento y hay que adaptarse a todos ellos. Creo que nunca se deja de evolucionar y con esfuerzo todo acaba llegando«, puntualiza.
En este sentido, el madrileño considera que no hay dos árbitros iguales, ya que entiende que «todos los compañeros tienen una gran nivel«. «En los partidos a pesar de que hay que mantener un mismo criterio con el compañero, me suele gustar dejar jugar y premiar las buenas acciones de los jugadores y sancionar las que intentan parar el juego o que se desentienden de este», comenta Gónzalez, quien reconoce que debe de poner el foco en poder mejorar: «la experiencia te aporta seguridad y madurez, que es muy importante para desarrollar un buen arbitraje, pero considero que nunca se deja de aprender, cada partido es diferente, y siempre hay aspectos que mejorar«, puntualiza un colegiado al que «ser árbitro nacional» le indica responsabilidad. «A parte de representar un colectivo, también se representa una federación. Cuando se es árbitro se es juez durante un partido de dos equipos cuyos jugadores dedican muchas horas a entrenar y mucho sacrificio, por lo que hay que estar al nivel para que éste se desarrolle de la mejor manera posible y sea el buen juego el que acabe primando. Considero que ser árbitro es estar en una posición imprescindible del partido pero siempre teniendo en cuenta que los protagonistas son los jugadores», apunta.
Por otro lado, González que ha vivido el waterpolo desde perspectivas diferentes, entiende que «el árbitro desarrolla una función imprescindible en el partido, que es la de aplicar el reglamento y conducir el partido sin olvidar que los jugadores son los protagonistas. En ocasiones se atribuyen los malos resultados al arbitraje, pero considero que en éste deporte estamos bien valorados y respetados«, comenta, al igual que desvela que «a veces me he encontrado con jugadores que me han preguntado si podían hablar conmigo. Creo que a veces nos ven como ogros, pero no es para nada así. Somos personas normales, en su mayoría que amamos este deporte y que hemos jugado a él, y buscando el momento adecuado y con respeto se puede dialogar con nosotros sin ningún problema. Creo que una mayor cercanía con el árbitro (de la manera que explico antes) mejoraría nuestra visión«, desvela, al igual que pone como referencia arbitral la figura de un clásico nacional y madrileño como es Jose Carlos Cabello. «Siempre me ha gustado mucho la forma de arbitrar que tenía. Su calma, acierto y presencia le hacen diferente, además se preocupa por nosotros siempre, dando muy buenos consejos«, sentencia.