Óscar Rey: humilde y con un sentimiento de pertenencia que destacó por noquear a los mejores boyas

"De profesión Mosso d’esquadra, por su humildad, en el cuerpo nadie sabia de su excelencia como deportista. Su cuerpo, de gigante, impresionante, daba una imagen de tranquilidad, que, con su forma de hacer acrecentaba su bonhomía", comenta el columnista de WATERPOLISTA.com

Decir adiós a una persona, es siempre triste, aún más cuando se trata de una persona joven, en plenitud, de manera inesperada. Cuando, a quien nos referimos es un deportista de élite, se hace realmente complicado de aceptar. Habitualmente nos ceñimos a su historial, olvidando facetas humanas que son las que realmente importan. Este sábado, de madrugada, nos dejó Óscar Rey, a los 44 años, dejando viuda y dos hijos de temprana edad. Óscar, waterpolista internacional formado en la inagotable cantera del CN Manresa, a temprana edad fue incorporado a les filas del CN Sabadell, donde superó la década defendiendo sus colores. Él fue uno de los componentes de aquel equipo histórico que logró el primer gran titulo del club vallesano, una Copa del Rey, era el año 1998. Repitió el 2005 y fue pieza clave en las supercopas de España de los años 2003 y 2006.

Un jugador fuerte, potente, enorme que aprovechaba su corpulencia para convertirse en uno de los mejores marcadores de boya de nuestro waterpolo, unido a su capacidad de sacrificio le permitía ocupar la posición de boya cuando su equipo lo requería. Es decir, un jugador impagable. Casi legendarios sus marcajes a Iván Pérez. Todo ello no pasó desapercibido a los seleccionadores, siendo con Rafa Aguilar mundialista en Montreal 2005 y bronce en el europeo de Belgrado 2006 y en la Liga Mundial y Copa del Mundo del mismo año. En 2009 volvió a Manresa, donde puso sus 51 internacionalidades al servició de su club original y de los jugadores que se iniciaban. También estuvo una temporada, en la época de dificultad del club manresano, sin equipo de waterpolo absoluto, en el CN Sallent.

¿Impresionante no? Quizás sí, pero todo ello se queda en nada cuando se habla de su faceta como persona. De profesión Mosso d’esquadra, por su humildad, en el cuerpo nadie sabia de su excelencia como deportista. Su cuerpo, de gigante, impresionante, daba una imagen de tranquilidad, que, con su forma de hacer acrecentaba su bonhomía. Todo lo que consiguió como deportista, que fue mucho, queda en anécdota, en clara desventaja, con su faceta humana. Como los grandes de verdad, las muestras de desconsuelo por su perdida llegan desde el mundo del waterpolo, del deporte, pero también desde su mundo profesional, querido por sus compañeros, pero no se queda aquí, desde todos los segmentos de nuestra sociedad, expresan su cariño per esa gran persona que se fue antes de hora y su familia. Hasta siempre Oscar.

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