Albert Español, un chino más

Esta es la segunda entrega del Diario Chino, en el que el internacional español nos cuenta como está siendo la aventura con una selección asiática en la que existe una gran diversidad cultural entre plantilla y entrenadores

Los 30 jugadores de China junto a los técnicos / A.E.

Ya llevo un tiempo entrenando con mis nuevos compañeros, la Selección Nacional China. Nuestro equipo podría servir de muestra para un experimento social, es un auténtico encuentro de culturas. Los jugadores asiáticos son alrededor de 30 y los técnicos se dividen en tres grupos: los chinos, los montenegrinos, y por si no fuera suficientemente enrevesado, también contamos con un entrenador de porteros griego. A todo esto se le añade mi presencia y por último, para acabar de darle un toque peculiar, un jugador griego (dos veces olímpico) que acaba de llegar del programa supervivientes y se ha convertido en estrella nacional. Convivimos todos juntos en un hotel, último detalle curioso: casi ningún chino habla inglés. Os lo cuento:

Me lo habían pintado negro, muy negro. “Son muy raros”, “Es difícil entenderse con ellos”, “Son muy diferentes”, “A veces no son corteses”, me habían dicho. Llegaba preparado para todo, pero mis peores temores se desvanecieron rápidamente. Pese a no hablar inglés, han intentado acogerme e integrarme desde el principio. Lo más importante para la comunicación es la voluntad, muchas veces hablamos el mismo idioma y no nos entendemos. Chapurrean alguna palabra, hacen gestos y cuando nada de esto basta, sacan el móvil con Google Translate.

Lo más importante para la comunicación es la voluntad: pese a no hablar inglés, han intentado acogerme e integrarme desde el principio

Me he encontrado con un grupo de deportistas de lo más cercano y familiar. A los chinos les encanta hacer bromas continuamente, competir para ganar siempre, apoyarse y ayudarse los unos a los otros y quejarse de los entrenamientos. En definitiva, la misma dinámica que he vivido en todas partes.

Los jugadores asiáticos son alrededor de 30 y los técnicos son chinos, montenegrinos, y por si no fuera suficientemente enrevesado el entrenador de porteros es griego. A todo esto se le añade mi presencia / A.E.

Obviamente la distancia cultural se ve reflejada en algunos aspectos, pero son cuestiones más superficiales. Un claro ejemplo es la comida, los pobres chinos sufren con nuestra alimentación occidental, pero tienen una solución rápida y efectiva: cada día, a la hora de comer y cenar, algunos de ellos suben con unos curiosos potes. Contienen salsas densas y variadas y basta con añadir una cucharadita a cualquier plato para darle sabor a comida china. Les hace tremenda ilusión que me sume a su gusto por esta combinación. Los frascos han sido traídos por cada uno de ellos desde Asia, pero una vez tocan la mesa pasan a ser propiedad del grupo: cualquiera puede consumir cuanto quiera sin siquiera pedirlo.

Los entrenadores montenegrinos son muy serios y se han puesto manos a la obra desde el primer día. No es fácil manejar un conjunto de 30 jugadores, así que han organizado el grupo en dos equipos basándose en la calidad de sus integrantes. No solemos entrenar todos juntos y alguna vez incluso estamos en piscinas distintas, de esta manera los entrenamientos son más dinámicos e individualizados.

Pasear con Kokkinakis (en la foto) por la calle es como estar acompañado por una estrella de Hollywood después de que éste participara en la edición griega de Supervivientes que tuvo récord de share / A.E.

Mi compinche extranjero Kostas Kokkinakis es muy buena persona y un excelente compañero. A sus 42 años ha vivido mucho waterpolo, ha pasado por multitud de equipos helenos y ha estado en dos Juegos Olímpicos, Pekín 2008 y Londres 2012, donde coincidimos sin conocernos. El pasado mes de febrero se embarco en el programa Supervivientes de Grecia, llamado Survivor. Era la primera vez que se producía en el país y su éxito fue rotundo. Contaba con un share del 60%-80% todos los días (para que os hagáis una idea, el último Barça-Madrid no llegó al 50%), absolutamente todo el mundo lo miraba y los participantes son conocidos en todos los rincones del país.

A los chinos les encanta hacer bromas continuamente, competir para ganar siempre, apoyarse y ayudarse los unos a los otros y quejarse de los entrenamientos

Pasear con Kokkinakis por la calle es como estar con una estrella de Hollywood, todo el mundo gira la cabeza a su paso susurrado a su acompañante haberle visto, los más atrevidos se acercan a pedirle una foto y cuando esto sucede en un sitio bullicioso se forma una cola de personas esperando turno. Cuando estamos todo el equipo es muy divertido, ya llamamos la atención todos vestidos con la equipación china; cuando encima aparece Kokkinakis la gente no entiende nada. Ya llevamos tiempo entrenando, ¡pero esto lo dejo para la próxima!

twitter-bird@AlbertEspanol

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