‘Bien de altura’

La curiosidad que siento me ha llevado a escribir este texto relacionado con el entrenamiento en altura en los deportes de equipo. De hecho, me encantaría poder investigar sobre esta temática en el waterpolo.

Decía Albert Einstein “no tengo ningún talento en especial, sólo soy apasionadamente curioso”. Es esa curiosidad la que nos guía, la que nos invita a seguir soñando, la que nos recarga y da vida. Y es curiosidad lo que siento al escribir este texto relacionado con el entrenamiento en altura en los deportes de equipo. De hecho, me encantaría poder investigar sobre esta temática en el waterpolo. En los últimos años, varias de nuestras y nuestros deportistas y selecciones han elegido el Centro del Alto Rendimiento de Sierra Nevada, a 2.320 metros de altitud, parar concentrarse y preparar diferentes eventos deportivos. Instalaciones y medios, tranquilidad, entorno. ¿Qué beneficios nos genera este tipo de entrenamiento?

A medida que se incrementa la altura desciende la presión atmosférica, provocando una menor presión parcial de oxígeno en el ambiente y un aumento en la secreción de eritropoyetina en los riñones (EPO) (Borderías-Clau, 2005). Su función principal es la regulación de la producción de glóbulos rojos, los cuales de encargan de transportar el oxígeno por todo el organismo gracias a la hemoglobina e intercambiarlo por dióxido de carbono. En consecuencia, niveles altos de esta proteína conlleva a una mejora en la capacidad aeróbica. En ese sentido, el waterpolo es un deporte de equipo dinámico e intermitente, que requiere una gran potencia aeróbica para cumplir con las altas demandas del juego (Bangsbo, Mohr, y Krustrup, 2006; Tan, Polglaze y Dawson, 2009). Precisamente, se incluyen acciones cortas e intensas, seguidas de períodos leves y/o moderados más largos (Bishop y Girard, 2013). También, la recuperación de acciones de alta intensidad requiere la reposición de fosfocreatina, dependiente del metabolismo aeróbico. Así, una alta capacidad aeróbica puede beneficiar la capacidad de repetición de sprint (Spencer y cols., 2005) y su recuperación (Gharbi y cols., 2015), así como mejorar la aptitud general del partido (Spencer y cols., 2005).

Hoy se conoce que hay una disminución de la potencia aeróbica máxima con el ascenso de la altitud, aproximadamente un 7-8% por cada 1000 metros (m) por encima de los 1500 m (Wehrlin y Hallen, 2006). De este modo, la altitud terrestre mayor a 1000 m afecta negativamente la distancia de carrera basada en la resistencia (más de 800 m) (Hamlin y cols., 2015). Por el contrario, los esfuerzos de corta duración, menores a 45 segundos, se ven menos afectados debido a una mayor contribución anaeróbica. No obstante, el entrenamiento de altitud mejora la fuerza muscular y resistencia (Manimmanakorn y cols., 2013), resistencia a la fatiga durante los sprints repetidos (Kilding, Dobson, e Ikeda, 2016), y rendimiento aeróbico (Bishop y Girard, 2013). Eso si, durante los 5-6 primeros días de estancia en altitud los entrenamientos deben ser moderados y se debe aumentar la ingesta de líquido para compensar la pérdida de volumen plasmático que se experimenta, así como para compensar la pérdida de líquidos aumentada por la hiperventilación (Štrumbelj, 2018). Históricamente se ha asociado a las y los deportistas de resistencia, pero su aplicación en los deportes de equipo ha generado una considerable atención (Billaut, Gore, y Aughey, 2012; Bishop y Girard, 2013), pudiendo ayudar a preparar mejor a los y las jugadoras (Girard y cols., 2013). Hay pocas dudas acerca de los beneficios del entrenamiento en altura con el fin de mejorar el rendimiento en altitud, lo que se conoce como aclimatación. Sin embargo, los beneficios de usar una intervención de esta índole para mejorar el rendimiento físico en los deportes de equipo al regresar al nivel del mar no son tan definitivos (Girard y cols., 2013).

En este sentido, se han desarrollado varios métodos de entrenamiento de altitud o “hipóxicos” a la altura natural o artificial (con tiendas o cámaras): LH-TH, LH-TL o LL-TH (Hamlin, Lizamore, y Hopkins, 2018; Millet y cols., 2010). El método Live High – Training High (LH-TH) se usa generalmente para aclimatarse antes de una competición que se celebra en altitud, viviendo y entrenando en altura aproximadamente 3-4 semanas (Bonetti y Hopkins, 2009). Se ha demostrado que un alojamiento de 19-21 días en pretemporada aumenta la masa de hemoglobina en un 3-4% en jugadores de fútbol (McLean y cols., 2013). En cambio, el método Live High – Training Low (LH-TL) es el más reconocido en los deportes de resistencia, viviendo en un ambiente hipóxico pero entrenando cerca del nivel del mar (Wilber y cols., 2007). Con un período de entrenamiento de 2 o más semanas con una exposición hipóxica diaria de aproximada 12 horas (Levine y Stray-Gundersen, 1997) se mejora la capacidad aeróbica a nivel del mar (Bonetti y Hopkins, 2009). Asimismo, este método es cada vez más utilizado en deportes de equipo (Girard y cols., 2013), ya que trabajar en altura empeora la capacidad para entrenar con la calidad óptima (Štrumbelj, 2018). En jugadoras de waterpolo se ha observado un aumento de la masa de hemoglobina del 3-4% tras una estancia de 10 días con suplementación de hierro y rendimiento en natación (Garvican-Lewis y cols., 2013). Este hecho nos muestra mejoras para la potencia aeróbica y capacidad de sprints repetidos, es decir, para la aptitud aeróbica. Además, el uso de la estimulación hipóxica artificial con cámaras parece ser adecuado (Brocherie, Girard, y Millet, 2018), ofreciendo la posibilidad de superar las restricciones geográficas y permitiendo la individualización de la dosis hipóxica (Garvican y cols., 2016). Finalmente, el método Live Low – Training High (LL-TH) está conectado con presupuestos limitados, donde entrenan pocas veces a la semana en condiciones hipóxicas (McLean y cols., 2014). Es poco probable que un trabajo de LL-TH sea suficiente para aumentar la masa de la hemoglobina (Humberstone-Gough y cols., 2013), pero como las tareas intermitentes de alta intensidad de los deportes de equipo no solo dependen de la capacidad de transporte de oxígeno, las adaptaciones musculares moleculares inducidas por este método y la eficiencia del sistema neuromuscular parecen ventajosas para cumplir con los requisitos de disciplinas deportivas como el fútbol (Brocherie, Girard, y Millet, 2018).

¿Entonces? Necesitamos más investigación sobre esta área de estudio, además de desarrollar pautas y recomendaciones individualizadas. Por lo tanto, seguiremos mejorando, seguiremos reaprendiendo, seguiremos…

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