Cuando todo parecía apuntar que el Stadium Casablanca tendría representación en categoría nacional, la realidad pinchó el globo. Y todo por condicionantes de índole económico. Unos 20 mil euros marcaron la diferencia entre poder competir o no. Según reconoce a WATERPOLISTA.com el propio Miguel Gil, la entidad aragonesa no goza de una buena salud económica. Es más, durante las dos últimas temporadas, los jugadores fueron quienes se costearon los viajes a la fase de ascenso a la Segunda División, lo cual en sus palabras, no hace más que «poner en valor el éxito deportivo y humano de este grupo de jugadores y su familia». «Al ser la primera vez que Stadium Casablanca se ganaba deportivamente el derecho a participar en una Liga Nacional, el equipo albergaba la esperanza de que el club pusiera en marcha una eficaz búsqueda de ayudas institucionales y privadas que permitieran costear los desplazamientos del equipo, que no hace falta decirlo es totalmente amateur. La búsqueda a lo largo del verano fue infructuosa. Entiendo que el plazo de búsqueda se podía haber ampliado, pero el Patronato que dirige el club tomó la decisión de no participar en Liga Nacional a principios de septiembre, explica desde la impotencia Gil, quien ya con la pretemporada iniciada, se lo comunicaron al equipo después de un entrenamiento. «El equipo llevaba tres semanas entrenando y preparando lo que para nosotros era una temporada ilusionante. Nuestra reacción inmediata fue la de terminar la sesión de entreno«, insiste.
En este sentido, el propio técnico reconoce que a nivel personal supuso un «mazazo importante. «Me generó frustración e impotencia: la primera por los jugadores que han realizado un ingente trabajo en silencio a lo largo de cuatro años, no exentos de dificultades como grupo incluidas desgracias personales. Impotencia de no poder defender al equipo ante una situación que ha tenido poco margen de actuación. En lo personal mi decisión fue la de no renovar el contrato que me vinculaba con el club«, explica el entrenador quien define a la perfección la sensación que se le quedó al equipo humano «cortocircuitado, desolado ,triste, incrédulo , decepcionado». «La mayoría del grupo se ha mantenido y han decidido seguir entrenando, para ellos el waterpolo es un vínculo de unión. Samuel Gaspar y Diego Ferrer se han incorporado a la estructura del Centro Natación Helios. Alguno de los más veteranos están estudiando su continuidad», comenta desde la franqueza este ‘clásico’ del waterpolo maño, quien desvela en qué situación quedo el waterpolo en el club: «habíamos creado en los últimos años una estructura firme, sólida y en proceso de crecimiento tanto de jugadores como de entrenadores ( quí mi agradecimiento a Adrián Medina, Pablo Gimeno y Arturo Gaspar) y el equipo absoluto iba a ser una referencia para las categorías inferiores. Por mi experiencia sé que el efecto de aprendizaje que supone el visionado de partidos desde la grada es multiplicador para los más pequeños, el vínculo que se crea con la grada un vector de crecimiento como sección y como club. Deseo que esta estructura crezca y siga afianzándose por el bien del waterpolo zaragozano. Desconozco la posición de la RFEN y si su decisión puede vincular el futuro de a corto plazo», sentencia, mientras confía en no bajar los brazos, y continuar trabajando en beneficio del waterpolo en Aragón en su conjunto.