Desde la ya inolvidable Alfred Hájos

"Quizás el destino quiso que España canalizara tanto sufrimiento para romper dos tabús en esos penaltis que se resistían y esa bestia negra, la Setebello", comenta el periodista del Diario AS como testigo directo de una de las gestas del waterpolo español

Nada más poner un pie en la Isla Margarita ya te atrapa su magnetismo. El paseo desde el puente que une Buda y Pest hasta la piscina Alfred Hájos es un ritual que siguen parroquialmente familias enteras. En medio de esa naturaleza hay una caja de resonancia, la piscina, el santuario del waterpolo, que emite estruendos cada vez que juega Hungría, y que se derritió de tensión en una final ya para la historia del waterpolo español. Desde la tribuna de prensa es difícil escribir en un partido de tantas emociones. Las gradas empezaron a abarrotarse y formaron una atmósfera ideal. Y España arrancó como un tiro. El partido ya todos los que siguen asiduamente esta web lo conocen. Pero desde la piscina hubo tres momentos a destacar, mágicos a su manera, trascendentales en lo emocional.

El 6-3 fue una obra de arte que nos hizo pensar que el oro no se iba a escapar. Ese pase de Perrone a lo Magic Johnson, ese remate de Tahull a puerta vacía. Se escuhó el «oh» en las gradas y los aplausos para un jugador reconocido en todo el mundo. Perrone es popular allá dónde vaya, en Hungría especialmente y eso que nunca ha jugado. Recientemente el diario deportivo le dedicó dos páginas, y en la presentación de los equipos fue el más aplaudido por los húngaros, imparciales a su manera. Está el partidazo de Aguirre y los golazos de Granados, pero el MVP a Perrone es un reconocimiento a un jugador que merecía más que nadie ese oro.

| Un partido de infarto

El segundo momento llegó con el penalti discutido y señalado en contra de España que supuso el 9-7. No sé si desde los televisores de sus casas lo pudieron ver, pero nunca había visto a David Martín protestar de manera tan airada, incluso mover un soporte de plástico para delimitar la zona del banquillo. El técnico era consciente que el partido entraba en el terreno decisivo, y que si Italia olía sangre se iba a lanzar como un tiburón. Y así ocurrió. Ese penalti desactivó a España en ataque, se le vio bloqueada, y a Italia confiada en sus posibilidades. El 9-9 desató la locura italiana en la tribuna de prensa. Y, sí, a Rodrigo Gil Sabio, jefe de prensa de la RFEN, y a mí nos hundió. Me recordó a aquel último cuarto ante Serbia.

Pero la historia no siempre puede ser negra, el deporte debía tener algo de justicia poética. Quizás el destino quiso que España canalizara tanto sufrimiento para romper dos tabús en esos penaltis que se resistían (dos finales perdidas en cuatro años) y esa bestia negra, la Setebello, que perseguía como un fantasma desde Barcelona 92. La estirada de Lorrio es la tercera imagen. No hubo muchas más en mi memoria porque tenía que enviar la crónica y las piezas suplementarias para el Diario AS. Pero entre el abrazo con Rodrigo y la mirada fija en la pantalla dio tiempo de ver la felicidad de un grupo único, de unos jugadores que lo han peleado sin descanso, que han creído en una idea y que han conseguido el premio. Y esto es solo el principio (la continuación de sus podios). Bienvenida, nueva Generación de Oro.

twitter-bird@super_martinez

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