El ‘dulce’ sacrificio que hace Yari Etxabe para jugar a waterpolo

A los nueve años Yari Etxabe se introdujo en el mundo del waterpolo. Y lo hizo en su Donosti natal, donde primero practicó natación sincronizada hasta que siguiendo los pasos de su hermano cogió un balón amarillo en el club El Tximistarri, donde estuvo cuatro años entrenando sólo con chicos, hasta que se marchó al Hernani donde se mantuvo dos temporadas para posteriormente recalar en el Bidaosa XXI. En este club de Irún estuvo hasta cuatro temporadas, ya que el destino le llevó al WP 9802 de Pamplona donde hoy sigue jugando. Esta intensa trayectoria repleta de un aprendizaje constante le ha permitido convertirse en la jugadora que es hoy día: perseverante, ambiciosa, pero con muchas ganas de seguir creciendo, ya que siempre intenta dar lo mejor de si misma para continuar aprendiendo tanto dentro como fuera del agua.

No obstante, cuando alguien tiene una pasión tan grandes, a veces conlleva sacrificios, puesto que el hecho de jugar en el combinado navarro supone para ella una oportunidad, pero también un sacrificio que define, eso si, como dulce. «Compaginar los estudios de ingeniería en San Sebastián y el entrenamiento en Pamplona es un gran sacrificio pero todo esto merece la pena con la oportunidad que me ofrece este club de jugar a este nivel y con mis compañeras«, explica a WATERPOLISTA.com Etxabe quien considera que el «equipo está más unido que nunca». «Somos una pequeña familia y esto hace que nos entendamos muy bien entre nosotras. Tenemos muchas ganas de seguir creciendo juntas y estamos muy motivadas por lo que podamos llegar a conseguir», confiesa una jugadora que por otro lado desvela que su reto desde que empezó a jugar a waterpolo son dos: «el primero seguir aprendiendo y creciendo como jugadora y el segundo llegar a jugar al máximo nivel. Llegue al wp9802 queriendo crecer como deportista y creo que aquí puedo logar mis dos objetivos«, concluye.

@etoster