El waterpolo como vía de escape a una guerra

Muchos son los países que han acogido en las últimas semanas a jóvenes waterpolistas de Ucrania; en España el CAR de Sant Cugat bajo la dirección de Nani Guin y la FCN ha sido uno de los lugares idóneos

En estos tiempos de guerra, toda solidaridad, pero sobretodo ayuda al pueblo ucraniano se considera determinante. Y bajo esta tesitura, el waterpolo se ha convertido en vía de escape de una coyuntura bélica que mantiene en vilo a todo el Mundo. Muchos son los países a los que han ido llegando jóvenes waterpolistas, y España es uno de ellos. Los diez primeros jóvenes ucranianos de entre 13 y 17 años llegaron a principios de marzo al centro de alto rendimiento de Sant Cugat. La adaptación fue buena desde el principio y Nani Guiu, director técnico de waterpolo de la Federación Catalana de Natación, explicó que eran necesarias familias de acogida para los fines de semana, pero que ya tenían una treintena de familias dispuestas. Algunas familias eran de los mismos jugadores del centro.

| El papel del CAR

Tuvo un papel clave un exwaterpolista ucraniano que había jugado en Cataluña y que tenía contactos por Europa para poder mandar a los jóvenes. Pero todo no ha sido de color de rosa, los diez menores ucranianos han tenido que soportar un viaje de tres días horroroso. Iban a pasar la frontera por Rumanía, pero tuvieron que hacerlo por Hungría finalmente. Allí estuvieron acogidos hasta que pusieron rumbo a Barcelona en avión. Aparte de las colas que había para cruzar la frontera, todo empezó con problemas desde el principio. Todos venían desde puntos diferentes y se encontraron en Kiev. Además, uno de ellos se tuvo que incorporar más tarde al grupo. “A uno de ellos le bombardearon la casa y le quemaron el pasaporte. Por suerte, estaba en el sótano con su familia y le pudieron hacer un duplicado con relativa rapidez”, sentencia Nani Guiu los compañeros de L’Esportiu de Catalunya.

Ramón Terrassa, director del CAR de Sant Cugat, ha destacado la gran labor de las instituciones. Eficaz y rápida para que todo acabase en buen puerto. “Parte de la acogida es el trabajo con el departamento de psicología para escucharlos y saber cómo están emocionalmente y ver los vínculos que tienen con sus familias y cómo lo están gestionando”, apunta el director del CAR. A partir de aquí los diez menores refugiados tendrán que integrarse en la dinámica del centro de alto rendimiento: rutina de estudio (dos de ellos habían empezado carreras universitarias), entrenamientos, alimentación, descanso… Esperan poder inscribirlos en las ligas catalanas para que puedan llevar una vida lo más “normal” posible. Incluso, en Cataluña hay más refugiados ucranianos y les buscarán equipo también.

twitter-bird@alaznepalacios

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