Jordi Millán, se sincera: «Me gustaría llegar a ser seleccionador español»

Una nueva vida tras colgar el gorro. Jordi Millán actualmente está al frente de los equipos cadete y juvenil femenino del CN Sabadell donde ejerce de segundo de abordo de Nani Guiu en el primer equipo. Antes de volcarse con esta etapa de entrenador, Millán debutó con tan sólo 17 años en el CNS. Allí estuvo hasta 15 temporadas, más allá de un año en la Autónoma, dos en el Valencia y uno en el Catalunya. Uno de los momentos que mejor recuerdo guarda fue en la campaña 2004/2005 cuando ganó su primera Copa del Rey. La segunda la consiguió seis años más tardes. Tal y como es, de manera muy natural, el ahora técnico se sinceró en una larga entrevista concedida a Time Out – Sports.

– De todos estos años como waterpolista en activo, ¿cuál es tu mejor recuerdo?
«Todos los títulos que puedes conseguir, las finales. Pero sobre todo me quedo con los momentos que compartes, los viajes con los compañeros, el vestuario en sí. Son momentos en los que cuando estás bien es muy divertido, y cuando estás mal realmente son los que te ayudan. Yo creo que me quedaría con todos estos momentos que al final no salen en revistas, no salen en diarios, es más íntimo de vestuario. Los momentos vividos con compañeros».

– ¿Y en particular con que títulos?
«Me quedo con la primera Copa del Rey. Era muy joven, acababa de volver al Sabadell, y fue muy divertido. Porque recién acabada la semifinal estaba como un flan, llorando en el vestuario, y un compañero mío, me dijo “pero tío, ¿qué te pasa?” Y le dije: “Estoy emocionado, porque sé que vamos a ganar mañana”. Porque esto es lo que uno piensa o quiere. Fue un fin de semana muy divertido, increíble con todos los compañeros en Madrid y todo cuadró».

– Fue en Alcorcón, ¿no?
«Sí, fue la final con el CN Barcelona, y ganamos 4 a 5. Parecía un partido de fútbol».

– ¿Fuiste ese año cuando fuiste máximo goleador o fue después?

«Fue más tarde que quedé entre los dos primeros. Fue en una copa del Rey en Terrassa, creo que en el primer partido metí 6 o 7 goles. No sé si ganamos 16 a 9 con Martianez, luego nos tocó el Barceloneta, que nos eliminó, pero creo que quedé entre los dos máximos goleadores».

– Jordi, háblanos de tus inicios, ¿qué te llevó a empezar a jugar?
«Realmente no sabía ni lo que era. Yo era muy futbolero, y sigo siendo, y en el cole todos mis amigos hacían deporte de equipo, sobre todo fútbol. Mis padres lo único que querían era que aprendiera a nadar. Se me daba bien, y me cogieron de cursillos. Tuve que preguntarle a mi padre. Le dije “me han dado una carta” y ponía “para hacer Waterpolo”. Yo no sabía ni lo que era, y mi padre para venderme el producto me dijo “mira, es como el fútbol, pero dentro del agua”. Y le dije, “A bueno! Entonces sí! Antes de hacer cursillos me voy a hacer waterpolo” Y desde entonces. Tendría 5 o 6 años y ahora tengo ya 34 y ligado al waterpolo».

– ¿Qué destacarías de todos estos años como jugador?

«Lo que te da el deporte es la implicación, te da unos valores que ahora yo intento transmitir a mis jugadoras, o padres con los que hablo. Te da muchos valores, esfuerzo, sacrificio…y otras muchas cosas que luego, para un trabajo, te pueden servir. Creo que como jugador al final, si estás bien físicamente, entiendes la vida de otra manera. Yo entendía que el esfuerzo y el sacrificio que hacía tenían un sentido. Al final llegar a un partido y estar en forma, cuidarte un poquito más, y eso quieras o no es salud. Yo tenía compañeros de colegio que iban a discotecas, el no hacerlo suponía un sacrificio, pero al final todo lo puedes hacer. El deporte te da todos esos valores que luego puedes aplicar a la vida».

– ¿Cómo era tu día a día?
«Aquí en el club hacíamos tres mañanas, a las 7h hasta las 8.30/9h y luego cinco tardes. Que podían ser de dos horas o dos horas y media. Cuando te ibas acercando al primer equipo, yo hubo un año y medio que estuve haciendo cuatro sesiones. Estaba como un toro, pero realmente llegaba agotado a casa, me ponía delante de los libros a las 12 de la noche después de cenar y más de una vez me había quedado dormido en el escritorio. Pero como lo hacia con gusto, era levantarme, desayunar, corre que puedes llegar tarde al entreno, luego ves al colegio, luego vuelve al entreno. Ya te digo así todo el día. Solo pensabas en entrenar y pasártelo bien. Porque al final realmente lo disfrutábamos, daba igual si eran tres, cuatro sesiones o las horas que hiciera falta».

– ¿Has sido disciplinado en tu etapa de jugador?
«Sí. Cuando te vas haciendo grande te das cuenta que tienes tiempo para todo. Tienes tiempo para las chicas para los estudios, para salir de fiesta con los amigos, pero siempre tiene que estar ordenado. Yo creo que sí que lo he sido. Lógicamente hay días y días, y cuando eres más mayor ya lo sabes controlar más. Pero de pequeño sí que he sido muy disciplinado. No faltaba un entreno. Siempre al final y después del entreno me gustaba quedarme a chutar o hacer juegos con los compañeros, que nos quedábamos cuatro o cinco. Nunca me han tenido que obligar a ir a ver a los grandes, y esto es lo que ha cambiado un poquito con la sociedad. Y es lo que intento enseñar a mis jugadoras, que tienen que ser ellas. Aunque no tengo quejas la verdad».

– Ahora desde de fuera, ¿cómo te ves en tu etapa como jugador?

«Yo siempre digo lo mismo. Te tienen que valorar tus entrenadores, las personas con las que has vivido. No voy a decir que era malo, porque al jugar tantos años en división de honor y encima con grandes equipos, algo tendría. Era otro tipo de deporte. Ahora es más duro, más físico, y yo entonces físicamente estaba bien, pero era muy bajito. Teníamos ese juego que era más divertido, de pillería. No me he considerado nunca un mal jugador, pero tampoco me he considerado un top. He sido un jugador muy trabajador, y todo lo que he conseguido ha sido a base de trabajo. Siempre tienes que tener algo de calidad, pero quien lo tiene que valorar no soy yo. Yo no me voy a poner ninguna chapa».

– Cuando fuiste a Valencia, estuviste compartiendo piso con dos compañeros. ¿Cómo fue esa convivencia?
«Muy divertida. Eran dos compañeros de Barcelona, que se conocían desde pequeñitos, jugaban en el Horta. Ellos tenían 24 años y yo 19 recién cumplidos. No me sabía hacer ni un huevo frito. Y encima el día anterior mis amigos me habían preparado una mega fiesta de despedida. Pero fue muy divertido, porque llegué sin dormir, me vino a recoger el entrenador, me dejó en casa y la 1ª semana con uno de ellos choque, aunque luego acabamos siendo muy amigos. Fue una época muy buena y tengo muy buenos recuerdos. No dejaba de ser un chaval de 19 años, que se va a una ciudad que esta fuera de casa, que aprende todo rápido y que iba a hacer lo que me gusta, y encima ganas dinero y el “famoseo” que te da este deporte, con un chaval de 19 años… pero fue muy divertido. Tengo muy buenos recuerdos de Valencia».

– ¿Nos puedes contar alguna anécdota de tu etapa en Valencia?

«Una de las anécdotas es que el primer año estábamos en Primera división y coincidió que estábamos invictos y si ganábamos ese fin de semana, si se daba un resultado del Sant Feliu, subíamos a división de honor. SE dio ese resultado, estábamos todos en la con los transistores escuchando, ganamos y dio la coincidencia que empezaban las fallas. En una semana nadie supo de los jugadores. Luego nos presentamos y perdimos el único partido a la semana siguiente. Luego todos los momentos compartidos en el piso, tres chavales jóvenes, que salían de marcha, que conocían chicas, que iban a entrenar y que tenían la misma ilusión que era jugar al waterpolo».

– Eso fue contra el Horta, ¿no?
«Si, fue contra el Horta, y pegamos un viaje, que veníamos todos dormidos, y es el único partido que perdimos en toda la temporada. Pero quedó como una anécdota divertida por la semana que veníamos, Y el entrenador lo sabía, de hecho fue el quien nos dio una semana entera de fiesta».

– ¿Qué fue lo que te llevó a colgar el gorro y dedicarte a entrenar?
«Yo siempre he intentado no sólo ser jugador. Cuando pasé ya a ser profesional y vivir de esto, siempre me ha interesado verlo desde el otro punto de vista. Creo que como entrenador me ha ayudado mucho el combinar las dos cosas, entrenador y jugador. Me ha ayudado mucho a poder aplicar las cosas, como entrenador o como jugador. Siempre lo decía, en el momento en el que yo no me ponga ni un poquito nervioso antes de tirarme al agua, es como que ya he perdido la ilusión. Y la verdad es que en el último año, estaba muy bien con el equipo, estaba muy contento pero, como jugador ya me costaba los viajes, me costaba tirarme al agua, no en los entrenos, pero si que hubo un día que me lo plantee, hable con Chava, con el que tengo muy buena relación, y le dije “tío, me parece que esto se me está acabando y no tengo muchas ganas”. Él me dijo que si era así prefería que se lo dijera. Fue así. Lo tenía planteado, las situaciones, ya me costaba mucho y lo quería encarar hacia ser entrenador, porque es lo que me gusta. Al final todos tenemos un punto en el que sabemos que la edad nos marca eso. Dejé de ser jugador a los 33 años».

– Y te dedicaste a ser entrenador de base…
«Sí. Estaba combinando con entrenador, y a medida que iba avanzando, iba subiendo de categorías, porque me llamaba más la atención la competición, no tanto a llevar un grupito, y luego fue cuando hice el cambio de chicos a chicas. Yo llevaba chicos siempre, o mixtos de pequeñitos y fue cuando Nani me hizo la propuesta de pasarme al lado femenino, a la base femenina y estar con el en el primer equipo. Y es un proyecto que me acabo de dar el empujón final para dar ese paso de dejar de ser jugador y dedicarme al 100% a ser entrenador».

– ¿Qué hace un entrenador de waterpolo?

«Menos de entrenador todo. Tengo que hacer de profesor, de amigo, de amiga incluso, de entenderles problemas femeninos, con chicos, bueno de todo. Hay que hacer un poco de todo y tener mucha mano izquierda. Hay que prepararse los entrenos, mirar lo más objetivamente posible la competición en el nivel de tu equipo, prepararlo para ello. La filosofía de trabajo que me ha llevado hasta donde he podido llegar, se la estoy implantando a ellas: trabajar y que lo cojan con ilusión, poder llegar hasta donde les marque su nivel y ellas mismas».

– ¿Qué crees que debe aportar un entrenador a sus jugadores, no sólo en el agua sino también a nivel personal?
«Confianza. Soy de los entrenadores que hablo mucho con ellas. Soy de los que cuando tengo que meter caña, meto caña, si tengo que hacerlo meto bronca, pero sí que quiero que vean, no un amigo que te puedes ir con él al cine, pero sí que una persona a la que le puedan contar sus cosas, yo pueda entenderlas y las pueda ayudar. Porque son problemas o situaciones que yo he vivido. Entonces esa experiencia es trasladársela a ellas e intentar ayudarlas, para su crecimiento como deportistas».

– ¿Esa es la misión que puede tener el segundo entrenador de un equipo como el Sabadell?
«La misión, con este equipo que tenemos, nos marcamos los objetivos más altos. Estas sí que son jugadoras top. Tenemos la gran suerte de tener el equipo que tenemos, pero no hay unos egos brutales, que tengas que parales los pies para que toquen de pies al suelo. Tocan de pies al suelo y son chicas que lo han ganado todo. La misión es tener esa confianza. Esa es la filosofía que tenemos Nani y yo. Tener esa confianza con cualquiera de los dos. Nani me ha dado mucho pie a que yo hable. No soy el típico entrenador florero que va, apunta y no aporta nada. Él quiere que yo aporte y ellas me dan pie a ello. Todo lo que se ve desde fuera del agua, los toros desde la barrera siempre se ve muy fácil. Al final intentas corregirles lo que tengas que corregir y ayudarles en lo que le tengas que ayudar».

– ¿Cómo es la diferencia chico – chica a nivel de entrenamiento? ¿Hay muchas?
«Antiguamente yo creo que sí, pero el deporte femenino ha crecido mucho. Sí que hay diferencias físicamente entre un chico y una chica, pero físicamente las chicas trabajan igual o más duro que muchos equipos masculinos. Y lo digo porque yo he trabajado muy duro, con muchos entrenadores; he llevado equipo de chicos y les he hecho trabajar muy duro, pero esto te lo marca el equipo. Y el equipo que tenemos aquí el entrenamiento es brutal, y son chicas que en entrenamientos de chicos, en el agua el trabajo que pueda hacer un chico lo pueden hacer ellas. Fuerza tendrán menos pero realmente se ha convertido el deporte femenino, creo que una de las cosas que ha hecho que suban el nivel es el físico, y trabajan muy bien».

– O sea, ¿es más difícil entrenar a chicos o a chicas?
«Ya te digo que esto te lo marca el grupo, Si tienes un grupo complicado es más difícil, si tienes un grupo fácil de llevar, es más fácil. Yo he llevado grupos de chicos geniales, y grupos de chicos complicados, de los que tienes que hacértelas venir para que el grupo funcione. Y no significa que tengan más o menos calidad, sino que es el espíritu, las ganas y el esfuerzo que le pongan. Y las chicas en ese sentido, muy bien. No puedo decir que sea mejor o peor».

– ¿Volverás a jugar? ¿Juegas?
«No, no juego. Me plantearon jugar en la catalana, por hobby, pero los horarios no me lo permiten. Soy una persona que para tirarme a nadar 10 minutos y luego hacer un partidito a la semana es como que no es mi filosofía. Y como no lo puedo combinar por los horarios complicados que tenemos, no. Hay veces que me gustaría, he llegado a tirarme con mis jugadoras, a quitarme el mono y chutar cuatro lanzamientos. Pero no».

– ¿Cómo se cuida un waterpolista?
«Sinceramente, cuando eres jugador te miras más, sobre todo el tema dieta. Yo comía de todo pero como lo quemabas… Durante la semana te intentabas comportar y los fines de semana te dabas los caprichos. Nunca he seguido una dieta, ni he tenido la necesidad de seguirla a rajatabla. Y ahora también el hambre que tengo ahora no es como cuando era jugador, que abría la nevera y la vaciaba. Ahora como persona más adulta no tienes tanto trabajo físico detrás, y me intento controlar. Hay veces que me da por ponerme con las chicas a hacer pesas, o Nani me engaña y me lleva a correr, que son pocas veces. Pero no tengo una rutina física».

– ¿Te importa tu aspecto físico?
«Sí, creo que como toda persona que ha hecho deporte, te intentas cuidar por dentro y por fuera. No solo físicamente. No sólo “voy a estar guapo y me pongo esta camisa” Por dentro también. Aunque todos somos un poquito narcisistas en ese sentido».

– No debe ser nada fácil infundir ánimos a tus pupilos cuando se falla. ¿Cómo lo haces?

«Es ganarte su confianza y si hay algo tú lo detectas. Y con las chicas se nota más. Porque suelen venir contentas, alegres. Los chicos venimos y saludamos y es diferente. Ellas llegan con alegría, y más este grupo que se llevan todas también. Ellas te marcan el límite, hasta donde quieren explicarte. Pero sobre todo con confianza, tener más mano izquierda y saber que si están aquí, los entrenadores tenemos confianza en ellas. A nivel de juego, un día no saldrá, es normal, porque nunca se puede estar al 100% y más aguantar. Inculcarle ánimos y que al final sepan que si están aquí es por nivel. No se acaba eso, pero lo tienes que trabajar. El entrenador tiene que ser cercano, soy más “guardiolista” que “mohurinista”. No soy tan “resultadista”, soy más de ayudarles, porque son personas no son máquinas. Igual un día estas exigiendo, exigiendo, pero igual ese día tiene un problema, y no lo has detectado. Luego cuando sale, le ves la cara, te acercas estas bien, necesitas algo…».

– Un entrenador, a nivel de otras categorías ¿es un tutor o es entrenador llano?
«Todos los entrenadores queremos resultados, al final tú quieres que tu equipo gane y que tu equipo lo haga bien. El otro día, por ejemplo, perdimos de un gol, en un partido que íbamos ganando con las chicas. Yo felicité a mis chicas. Les dije: “mirar chicas, esto a veces pasa en el deporte”. Casualmente antes se lo había dicho. Dos veces he felicitado a mi equipo cuando ha perdido, porque realmente menos jugado bien. El otro día se jugó bien, pero tienes mala suerte. Hasta cierta categorías sí que somos tutores, sobretodo en categorías alevines, benjamines es importante. En infantiles ya empiezan a hacer un paso importante. Pero la educación es importante que venga desde casa, luego al final tú has de trasmitirles esos valores que da el deporte y que no todo vale. No vale conseguir las cosas con trampas, no vale conseguir la cosa pisando a nadie. Siempre con competitividad sana y ayudándose. Yo compito contigo es bueno para que los dos crezcamos como jugadores, entonces sí que tenemos una parte de tutor, pero todos los entrenadores queremos ganar. No nos engañemos».

– ¿Cómo es ahora tu día a día?
«Como estoy tantas horas aquí metido, muchas veces se lo digo a los del Club, que me hagan un chalet aquí, porque mi día a día es el club. Vivo cerca de aquí, cuando no tengo entrenos vengo a tomarme el café aquí, muchas veces desayuno aquí Mi día a día es el club. Me levanto, desayuno como toda persona normal, vengo a trabajar con las chicas, luego me voy a comer y vuelvo por la tarde con mis chicas. Al final no haces un horario de 8 o 9h seguidas, como buen un buen trabajador, y dices a las 17h estás en casa o las seis. Pero las repartes, son 7 o 8 horas, más los entrenos que preparas en casa, pero divididas. Puede ser que estés todo un día metido en un in Pas de 10 12h metido aquí en el club».

– ¿Quiénes son tus grandes amigos?
«La mayoría son deportistas, excompañeros, tengo muy buena relación con entrenadores que he tenido, con compañeros de trabajo, como ahora es Nani que no deja de ser mi jefe, pero no tenemos una relación de jefe ni mucho menos. Y mis grandes amigos que son los que empezamos a waterpolo, que hoy me voy de cena con ellos, como solemos hacer siempre. Gente que era nadadora y acabas haciendo de monitor con el. Si, tengo 5 o 6 amigos que son de la infancia. Pero son todos relacionados con el mundo del deporte».

– ¿En quién te apoyas en los momentos difíciles?
«No, los chicos somos diferentes. Las chicas tienen un par de amigas con son las mejores amigas. Los chicos vamos con el grupo, explicas de cierta manera. Yo me apoyo en mi familia, que siempre están. Yo soy hijo único, nunca me han mimado, pero es en quien me apoyo y en los amigos de verdad».

– ¿Dónde te ves dentro de unos años? ¿Qué proyectos tienes?
«Los proyectos que tengo es llegar hasta lo máximo como entrenador. Me gustaría ser seleccionador. A todo jugador le gustaría llegar a unas olimpiadas, todo jugador le gustaría ser campeón olímpico, el mejor! El mejor para mejorar. Y yo como entrenador es disfrutar el día a día, que estoy haciéndolo, tanto con mis chicas como con las grandes. Y llegar a lo más alto posible. A Nani le hago bromas a veces y le pregunto: “a ver cuándo te jubilas, que…”. No, no. Es esperar el momento, y si el momento no llega aquí o te viene de fuera hay que valorarlo. Yo estoy muy a gusto, el club es mi casa, llevo muchos años aquí, llevo desde los 5 años haciendo cursillos. Realmente es esperar el momento y buscar eso. Disfrutar el día a día, somos unos privilegiados es algo que me apasiona y me gusta disfrutar del deporte e intentar llegar a lo más alto, luego ya se verá».

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FOTO: JOSEP ARNAU (ATELIER PHOTO)

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