La maldición del anfitrión

Desde el 2015 en el Pireo, ningún club que actúa en su piscina ha conseguido el título de campeón de la Supercopa de Europa; el último en caer fue el CN Sabadell ante el Orizzonte Catania, su verdugo

En el waterpolo jugar una final europea en casa supone un plus, bien sea por arbitrajes, por comodidad o por el apoyo de la grada. Así lo demuestran las seis últimas Euroligas femeninas, que se quedaron en las vitrinas de la entidad que acogía la Final Four, repartidas tres en Sabadell, dos en Kirishi y una en Atenas. Desde el 2013, cuando el Natació Sabadell tocó el cielo en Eger (Hungría), ningún equipo se proclama campeón del continente jugando a domicilio. La Supercopa de Europa, en cambio, parece alejarse cada vez más del tópico. Para encontrar al último anfitrión femenino que se proclamó supercampeón europeo hemos de remontarnos al 2015, cuando el Olympiacós ganó su único título de la competición batiendo por 10-6 al Plebiscito Padova en la piscina Papastrateio. Un año después se dio una final catalana y la sede fue neutral. El Sabadell se impuso al Mataró en la Nova Escullera, casa del CNB.

En los tres últimos años, el local siempre claudica. Sucedió en 2017, cuando el UVSE Budapest mordió el polvo en el Duna Arena ante el Kinef Kirishi. Se repitió el caso un año más tarde, esta vez con las rusas jugando en casa y cediendo ante el Dunaújvaros. Y tristemente se cumplió la dicha que no hay dos sin tres este martes, con la derrota en Can Llong del Astralpool a manos del Orizzonte Catania. Era la primera vez que este título se decidía en Sabadell, pero el estreno no dejó un grato recuerdo a las vallesanas, que continúan siendo el equipo que más veces ha alzado este trofeo con tres, pero ahora con las sicilianas a solo una Supercopa de distancia. Por cierto, la primera de las catalanas llegó en 2013, evidentemente, también fuera de casa, en Moscú.

Por primera vez, por más de un gol

Hasta esta semana, el Astralpool Natació Sabadell había disputado cuatro finales de Supercopa, y las cuatro se habían resuelto por tan solo un gol. El debut en 2011 se saldó con derrota por 9-8 ante el Pro Recco italiano. Luego se encadenaron los tres títulos en 2013, 2014 y 2016. En el primer caso ante el SKIF Izmailovo y en el tercero contra el Mataró, el electrónico acabó reflejando un 10-9. De por medio, en la piscina Sant Jordi, el equipo entonces dirigido por Nani Guiu se había proclamado supercampeón superando 9-8 al Olympiacós. El 11-13 del martes en Can Llong rompe con esta dinámica de partidos ajustados y resueltos por solo un gol. La victoria de las de Catania por dos tantos por momentos pareció que iba a ser incluso de goleada, con el increíble 2-9 del descanso. Reaccionó el equipo de David Palma con un pressing alto y mejorando la eficacia, tanto en ataque como en defensa, pero la remontada imposible se quedó cerca de ser realidad.

twitter-bird@adrian_arroyo

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