La sonrisa eterna de Jesús

Una de las personas que conoció en profundidad al mejor portero de todos los tiempos como es el entrenador madrileño dedica estas líneas para homenajear a un grande del waterpolo

Se iniciaron juntos, germinaron juntos y llegaron a florecer como nadie podía imaginarse. Para ello debieron recorrer un largo camino desde las llanuras castellanas pero con la Sierra del Guadarrama de por medio, hasta las costas del Mediterráneo con Barcelona como meta. No estamos hablando del trigo de Castilla emulando al gran maestro Machado. Me refiero a un pequeño grupo de imberbes mozalbetes que por los 80 y tantos, decidieron iniciarse en una actividad de la que nada ni nadie podía presagiar lo que supondría para ellos en todos sus aspectos. Ya se intuía en sus inicios lo que se vislumbra para un futuro no demasiado lejano. Las victorias y éxitos en actividades de grupos de edades en su original Madrid más tarde se aseguró con las selecciones de grupos de edades a nivel internacional y nacional para terminar asentándose en el equipo Senior. Sus inicios en la Olimpiada de Seúl marcan una carrera imparable de 4 Olimpiadas y de varios Mundiales. Los éxitos conseguidos fueron abrumadores. El eco transmitido por ello al waterpolo nacional, como el creado en el Cañón del Colorado.

Quizás sería el momento de descubrir de una vez a quiénes nos estamos refiriendo. Como presumo, es evidente que se trata de los tres representantes más simbólicos del waterpolo de Madrid que han traspasado la distancia y triunfaron sin discusión en Barcelona y en el Circo Mundial del Waterpolo. Nos estamos refiriendo naturalmente a Pedro García Aguado, Salvador Gómez Agüera y a Jesús Rollán Prada. De estos tres fenómenos, uno decidió abandonarnos un poco antes. La fecha del 11 de Marzo de 2006 quizás no diga a la mayoría mucho. Pero para familiares y amistades cercanas representa el mazazo que rompe la gran burbuja aislante y nos deja de pronto en plena realdad, dura y descarnada realidad que por increíble e injusta no deja de ser la única que no admite cambio o sustitución. Este fatídico día uno de los tres caballeros nos dejaba con su sonrisa eterna y su carcajada desternillante, helada para el recuerdo.

| Una persona «única»

Jesús decidió cambiar de Club. A otro Club que le proporcionará otras expectativas que en este terreno ya no encontraba. Después de obtener como jugador todo lo que se puede ansiar y soñar. Jesús se encontró en el momento de considerar el momento oportuno de hacer el cambio. Tomar la decisión de ocupar otra silla. Como jugador, ya la había conseguido y de qué manera. Ahora era el momento de iniciar otra senda diferente. Que le aguardaba inquietante como un nuevo destino. El verano del 2003 estuve con Jesús en Madrid. Había venido a Madrid para recuperarse y hacer una serie de tratamientos con especialistas, y de paso vivir con su familia en la ciudad natal. Al conocer que se encontraba en Madrid nos faltó tiempo a ambos para vernos y poder intercambiar todo tipo de noticias que por la distancia y por las circunstancias de la vida no poseíamos ambos. Recuerdo que estuvimos en la Plaza de Castilla en una exposición de los soldados de Terracota, impresionantes, todavía no sé cómo pude arrastrarme allí.

Allí me narraba entre soldadito y carro sus experiencias y situaciones de sus aventuras más cercanas. Posteriormente en nuestra cervecería Santa Bárbara, tomando unas cervezas negras, le propuse la posibilidad de venir a ayudarnos en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Me habían nombrado responsable del Centro para la temporada 2005 y nada más adecuado que él pudiese ser mi ayudante… o lo que le pareciese. Para mí me parecía un sueño poder tenerlo a mi lado y disfrutar de él todo el tiempo que no pude hacerlo en su larga estancia en Barcelona. Le resultó estupendo, puesto que no le desagradaba en principio la propuesta. Estaba en Madrid sin ocupación y realmente lo interesante era el procurar una mente ocupada en algo y alejarle de situaciones que le alterasen. La sorpresa fue al plantearlo tanto a nivel Federación Española como a la Madrileña. Lejos de parecerles una opción deseable, el traer para Madrid un elemento de ese calibre, la respuesta no fue positiva, no parecía ser el candidato idóneo para ocupar ese puesto. De un plumazo la posibilidad de ser profeta en su tierra se había confirmado de la manera más arrolladora. Nos quedamos sin Jesús como colaborador en Madrid. Ahora que se cumplen quince años de su fallecimiento, el recuerdo de alguien como él del que nuestro deporte es deudor, incluso Madrid. Por cierto una Ciudad a la que siempre tuvo en su corazón y no dudó en citar cuando se le preguntaba por sus orígenes. No sería nada temerario, poder resarcirnos de aquello que dejamos pasar, quizás como un lapsus y rememorarle como se merece. Más vale tarde que nunca... ¡no sería una frase hueca.

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