Manolo Delgado: «Hay partidos de Liga que son infumables»

La sección 'Un café con...' es ya una realidad. Nos citamos con el mítico Manolo Delgado en el Antico Cafe donde repasamos junto a él su interesante trayectoria; el exportero nos corresponde con una historia cargada de emoción

Nacido en Brasil, a los ocho años se tuvo que trasladar a Barcelona para tratarse una hernia. Con su madre, que desde la humildad se desvivió por darle la mejor vida posible a pesar de las dificultades económicas, se instaló en la Barceloneta, barrio en el que dio sus primeros pasos en el mundo del waterpolo. No tardó en destacar, algo que llamó la atención de los clubs más potentes de la época. Entre ellos, un Montjuic en el que se convirtió en el primer profesional de la historia. Su rendimiento bajo los tres palos, lugar al que, según él, llegó por casualidad, le llevó a formar parte de la columna vertebral de la selección española que asentó las bases de los oros olímpicos y mundiales. Lamentablemente, el fin de su carrera llegó con el combinado nacional. En un amistoso de preparación para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 84 contra Rumanía, sufrió un golpe en el ojo que le alejó de las piscinas. Ahora, tras pasar como entrenador por clubs como el Montjuic, el Terrassa, el Molins, el Poble Nou, el Martorell, el Barceloneta o el Hospitalet, disfruta de sus últimos años en activo en el CN Barcelona y en la escuela Sant Josep Obrer de Hospitalet, en la que lleva más de 36 años impartiendo clases de Educación Física. Les hablamos de Manolo Delgado quien, a pesar de todos las medallas logradas, cree que su mayor éxito es su familia.

– ¿Cómo fueron sus inicios en el waterpolo?
«Cuando llegué no sabía nadar. Aprendí en el Barceloneta, donde compaginábamos la natación y el waterpolo. Cuando competíamos, en los interclubs, lo hacíamos en las dos disciplinas. Hasta los trece años no me decanté».

– ¿Por qué eligió ser portero?
«Se lo debo a Vicent Monsonís. Yo fui jugador de campo hasta que, un día, hizo falta un portero. Preguntó si alguien sabía nadar braza y yo levanté la mano. Me metió en la portería. Ahí empezó todo».

– También le ayudó cuando llegó al primer equipo del club marinero…
«Ramón Benito no acababa de darme la alternativa. Pero un día, cuando estábamos en Holanda, se puso enfermo. Vino Monsonís, que tomó la atrevida decisión de que yo jugase de portero y Carmelo Quiroga pasara a otra posición. Fue todo cosa del destino».

– ¿Qué diferencia a un guardameta del resto?
«Eres el último en tocar el balón. Lo más importante es tener un carácter especial, tener unas determinadas formas de actuar, de intuir e incordiar al contrario. Además, aparte de parar, tiene que ser capaz de bloquear el balón y ser un notable pasador para que su equipo pueda atacar en condiciones».

Tras una vida volcada al waterpolo no sólo en las aguas, sino también en los banquillos ahora se encarga de los más pequeños de uno de los clubes más importantes: CN Barcelona / N.A.

– ¿Qué le hacía especial?
«Disfrutaba dentro de la portería, intuía muy rápido todo y tenía un gran sentido de la anticipación. Me fijaba en los demás e intentaba sorprender. Del cubano Óscar Periche aprendí a robar balones con los pies. Al principio me echaban la bronca, pero, al final, se lo hice a los mejores del mundo».

– ¿Ha cambiado mucho la figura del portero desde entonces?
«Son mucho más sosos. Por eso intento transmitir todos mis conocimientos a todos con los que he trabajado. Les inculco la idea de que sean intuitivos y tengan carácter».

– Y pronto se convirtió en el primer profesional español. ¿Por qué dio el paso?
«Era un club muy potente y yo por aquel entonces ya estaba casado y tenía un hijo. Mi sueldo en el Barceloneta no era acorde a mi nivel y me hicieron una buena oferta. No todo el mundo entendió esa decisión».

– Allí volvió a destacar…
«Mi ilusión era volver a otros Juegos y jugar en Italia, ya que después de los de Los Ángeles abrían las fronteras. Ya había llegado a un acuerdo con un equipo de Florencia. Iba a ser un salto importante, pero con la lesión se acabó todo».

– ¿Qué recuerda de ese incidente?
«Fue algo muy traumático. Rumanía se lo ha dado todo a mi hijo, pero a mí me lo quitó. Fue algo fortuito, en el último minuto, pero que me dejó unas secuelas muy importantes. He tenido que pasar por dos cirugías oculares a lo largo de mi vida».

– ¿Ser deportista de élite deja muchas secuelas?
«Es cuando más se sufre. Tienes arritmias, hipertensión y muchos problemas de articulaciones cuando te retiras, sobre todo en las rodillas. Eso es porque no entrenábamos bien y no se calculaban bien las cargas».

– ¿Cree que ha contado con el apoyo necesario desde entonces?
«Estábamos desprotegidos, todo era de ir por casa. Después, creo que se me tendría que haber tenido más presente. Me lesioné defendiendo los colores de España. No tienen que regalarme nada, pero me hubiera gustado trabajar más con la Federación. Bromeo diciendo que ya soy muy viejo».

– ¿Cómo vive esta nueva etapa en los banquillos?
«Estoy muy agradecido al CN Barcelona porque me está dejado disfrutar de mis últimos años. No sé hasta cuando aguantaré, pero tengo miedo de dejarlo porque no sé cuánta pena me dará. Voy con mucha ilusión y me enfado como el primer día. Espero ayudar a que salgan buenos jugadores».


– ¿Qué intenta enseñarles?

«Aparte de que se especialicen técnicamente, quiero que tengan ilusión, disciplina y mucho espíritu de sacrificio. Cada vez tienen menos, son muy diferentes. No tienen comunicación ni se saben expresar. Les falta mucha personalidad».

«No tienen que regalarme nada, pero me hubiera gustado trabajar más con la Federación», reconoce Manolo Delgado tras media vida volcado al waterpolo

– ¿En qué más ha cambiado el waterpolo?
«A veces veo partidos de mi época y pienso que todo era muy aburrido y lento. Había cosas muy raras, como que si el boya recibía tres veces el balón era expulsado. También se hacía mucho más pressing y ahora se trabaja más la zona. Por no hablar de la velocidad de los lanzamientos. También hay una mayor profesionalización. Nosotros no teníamos medios. Ahora, entrenan más, sobre todo en seco, cosa que nosotros no hacíamos. Además, aparte de hacer stages con otros equipos, hacen sesiones dobles y tienen una mayor disponibilidad de piscinas».

– ¿Qué cree que falta?
«Una mayor especialización. Los centros de alto rendimiento tienen que contar con especialistas en la portería, en la defensa y en la boya. Se tiene que hacer un seguimiento de todos los jugadores para poder trabajar con ellos individualmente. Eso mejoraría también al grupo».

– ¿Por qué es importante en el caso de los porteros?
«Son el 70% de un equipo. Si están con confianza, los rivales los respetan. Era lo que pasaba con Jesús Rollán, que era un ángel. Nadie sabía cómo paraba, pero lo hacía. Tenía un do»n.

– ¿Compartió muchos momentos con él?
«Recuerdo estar solos en la piscina cuando se recuperaba de la lesión de rodilla. Estábamos horas y horas ejecutando movimientos dentro del agua para que recuperara la movilidad. Fue una gran experiencia».

– En la selección, también coincidió con otro de los grandes: Manel Estiarte.
«Era uno de mis ídolos. Era muy inteligente y era un luchador, además de salir muy bien al contraataque. Cuando le pasaba el balón era como una cirugía. Se la tenía que meter en el sitio perfecto porque era una garantía de gol».

– Con él, formaste la columna vertebral de España…
«Formamos un triángulo entre Estiarte, Toni Esteller y Delgado. Estábamos acompañados por grandes jugadores como Carmona, Robert, Gaspar Ventura o José Brascó. Dimos un salto de calidad. Años más tarde, algunos de ellos fueron campeones olímpicos y del mundo».

– ¿Cómo ve el waterpolo español?
«Hay un grave problema económico. La liga es muy desigual. Existe un único equipo, el Barceloneta. El resto no tiene nada que hacer. A veces miro las alineaciones y no conozco a nadie y hay partidos que son infumables».

– ¿Cómo puede mejorar?
«El cambio depende de la federación, que debe aprovechar la buena imagen que tienen los waterpolistas. Tenemos que ser capaces de crear mecanismos de divulgación, por ejemplo a través de charlas en las escuelas».

– Sus hijos han seguido sus pasos. ¿Se siente orgulloso?
«He tenido dos hijos que han estado en la élite: Adrià y Àlex, que fue un muy buen jugador que lo tuvo que ir dejando poco a poco. Por su parte, Adrià ha realizado grandes esfuerzos para llegar donde ha llegado. Todo gracias a mi esposa, que fue la que les acompañó desde pequeños».

Antico Caffé en pleno barrio de Gracia fue el escenario de una emotiva entrevista en un marco incomparable que permitió que Manolo Delgado se abriera y se mostrara muy cercano con esta web / N.A.

– Parece que a Adrià todo le va bastante bien…
«Tiene mucho mérito. Ha hecho grandes sacrificios, como el de estar lejos de la familia. Ha jugado en grandes equipos como el Vasas o el Steaua. Y, por supuesto, jugó los Juegos Olímpicos de Río con Brasil. Ha demostrado estar en la élite y cuenta con un futuro muy prometedor».

– ¿Le gustaría verle jugar con España?
«Tenemos el pacto de que él decide todo con total libertad. A mí me encantaría que jugara con la selección española. Y a él también. Pero la Federación Internacional exige unos requisitos para que pueda hacerlo. De momento, ya ha estado un año sin jugar con Brasil. Le falta vivir un año aquí y jugar con un club español».

– ¿Ha existido la posibilidad?
«Él estaba dispuesto a dejar muchas cosas de lado, pero, a pesar de que hubo ofertas, no hubo ninguna que tuviese un proyecto deportivo interesante. No hay que olvidar que es un profesional y debe mirar por sus intereses».

– ¿Se parecen dentro del agua?
«Yo estoy casado con mi mujer y el waterpolo. Él comparte mi pasión y mi carácter. Sabe cómo son todos los jugadores y hasta cómo lanzan. Es un jugador de equipo, muy asistente, y cuenta con muchos recursos técnicos. Ha tenido la suerte de trabajar con los mejores y ha realizado trabajos específicos con Mirko Blazevic, que le hizo mejorar el lanzamiento y sus movimientos, o Ratko Rudic, que es como un dios e hizo algo impresionante con el combinado brasileño».

– ¿Seguirá la saga de los Delgado?
«Tengo un nieto de un año y medio. Ya que con mi nieta, que baila muy bien, no he podido, espero tener salud y poder conseguir que juegue. Tiene una buena mano. Eso sí, que elija lo que quiera».

twitter-bird@nicolasarlanzon

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