¿Qué influencia tuvo la WPA en el waterpolo en nuestro país?

La Asociación del Clubes de Waterpolo unificó intereses e iniciativas de los principales referentes del país que lucharon por ganar espacio en promoción, difusión y divulgación de nuestro deporte; así empezó y terminó el proyecto

nuestro waterpolo ha crecido siempre por la iniciativa de personas enamoradas de esta especialidad deportiva que apoyaban su desarrollo e implantación. El asociacionismo, fundamental para crear los clubes, luego las federaciones para reglamentar las competiciones y así sucesivamente llevó a que en muchos de los deportes, especialmente los profesionales, los clubes -que eran los que aportaban deportistas, técnicos, estructuras y el soporte económico- pensasen en que sin romper con las federaciones, ellos debían ser los que gestionasen el producto. Con toda la lógica del mundo, en una federación, en que la asamblea decide los temas estrictamente del waterpolo, con una representación minoritaria de sus representantes, puesto que en la misma deben compartir responsabilidades con representantes de otras disciplinas acuáticas, los clubes de División de Honor y la gente del waterpolo en general, han creído siempre en que ellos podían gestionar mejor su deporte y sacar más provecho de su trabajo e inversión.

Hoy hablaremos de la WPA y el penúltimo de los intentos. Sí, digo penúltimo porque seguro que con los años la inquietud por conseguir la gestión propia por parte de los presidentes volverá a resurgir. Así y todo quiero resaltar que en este momento ésta posible situación es lejana en los años y el pensamiento de que el waterpolo precisa incluso de una federación propia parece haber caído en desuso debido a que la experiencia WPA está demasiado cercana para repetirla. Todo ello, unido a la buena gestión de la RFEN del producto, con patrocinadores y cuidando de manera esmerada las competiciones hace pensar en una etapa de trabajo en común beneficiosa para todos.

La WPA, creo que fue la tercera intentona y la más consolidad y avanzada de las que realizaron los clubes de División de Honor. Antes, con presidencia de Jordi Avances, presidente de UE Horta, cuarto en aquellas ligas, y reuniones en las instalaciones del CN Montjuïc, o posteriormente con el ex waterpolista olímpico Jordi Borrell, se llegaron a acuerdos de los que en otro escrito contaré. Pero, vamos a lo que hoy nos incumbeCreo que era el año 2004 cuando, Afons Sito Cánovas, vicepresidente del CN Atlètic Barceloneta, citó para una reunión a varios directores deportivos de clubes de waterpolo importantes, si no recuerdo mal, Toni Comas, por el CE Mediterrani, Llorenç Carbó (CN Sabadell), Joan Masriera (CN Mataró), Josep Lluís Salvador (CN Terrassa) y un servidor. Su propuesta era interesante, y la fórmula para conseguir su implantación y proyecto realmente era ilusionante. En sus objetivos fundamentales, tal como constaban en sus estatutos eran el impulso y fomento de todo tipo de actividades relacionadas con el waterpolo que contribuyan al progreso y al desarrollo de este. Por otro lado, la organización de campeonatos, certámenes y acontecimientos deportivos en colaboración con los estamentos federativos. Otra de las ideas pasaban por la defensa de los intereses de los clubes miembros y su representación ante cualquier persona, entidad u órgano público o privado. Y por último la participación de los clubes asociados en las competiciones oficiales.

Todo empezó con gran empuje e ilusión. En el 2005 se realizó un Congreso WPA en que se exponían los puntos fuertes del proyecto, los cuales pasaban por posicionar a los Clubes de División de Honor, con el grado de notoriedad y reconocimiento deseado. Más allá de crear una estructura de gestión profesionalizada, desarrollando una política de implantación de imagen corporativa. Desde la WPA se buscaba siempre incrementar el valor de mercado actual de nuestro deporte, en relación a otros deportes mayoritarios, así como intentar acuerdos de colaboración en la gestión de competiciones de la RFEN. Todo ello creando un plan de marketing, imagen y comunicación que permita explotar económicamente los recursos de todos los clubes Asociados y a la propia organización. Se exponían lo qué debía hacerse y cómo debía hacerse teniendo en cuenta las necesidades de aquel entonces. Una de ellas era la constitución de un equipo de gestión, equipar una propia oficia WPA, elaborar dossier de patrocinadores y medios de comunicación, realizar una gestión de sponsors y buscar llevar el proyecto a todos con la creación de una página web, así como de la elaboración de un plan que nos permitiera llegar a acuerdos con medios de comunicación para la gestión de espacios, estableciendo por último un seguimiento de acciones.

Para no hacer un relato pesado para algunos -quizás excesivo- puedo decir que fue un verdadero éxito. Los clubes se volcaron entusiasmados y se prosperó con fuerza. De la mano, RFEN y WPA, compartieron presentaciones, elaboración de calendarios, organización de competiciones, y muchas más iniciativas. Por su parte la WPA, con estructura profesional, tal como estaba previsto, con una gerencia, pagina web, local social, andaba con paso firme. Esto la fue consolidando, todo ello con la presidencia de Sito Cànovas como presidente y su equipo asesor. Cuando todo parecía consolidado, el también ex olímpico, dejó paso al que debía ser su sucesor, Toni Valls, vicepresidente del CN Sant Andreu, que ilusionado afrontaba la etapa de proyección de la asociación.

| El declive asociativo

En esta etapa llegaron las elecciones a la presidencia de la RFEN, y Fernando Carpena -actual presidente- llegó a pactar una plaza en la directiva para la WPA, caso de ganar, como hizo con la Asociación de Técnicos de Natación. En aquel momento el favorito para la elección parecía ser Lluís Bestit. El criterio de que el presidente de la WPA debía ser un presidente de club, sin entrar en si hubo o no algo más, descabalgó a Toni Valls, que dejó la presidencia, si no recuerdo mal, en manos de Jesús Cortes, del CN Terrassa. Nada parecía indicar que estaba en peligro el proyecto, pero, por diversas circunstancias, el funcionamiento varió, el comité asesor de Cánovas desapareció, y llegaron las dificultades, en primer lugar las económicas -varios clubes dejaron de pagar la cuota- con lo que la situación económica se resentía, el local social se perdía, el gerente perdía la exclusividad para pasar a compartirlo con el de un club y muchas más cosas. Así y todo, se mantenía lo más importante, el acuerdo RFEN-WPA, convencidos ambos lados de que era lo mejor para el waterpolo. Se mantenían las reuniones, a la vez que desde la WPA se ejercían acciones legales contra los clubes que habían realizado los impagados. Los calendarios, la organización de las competiciones, la presencia en la directiva RFEN, todo ello seguía, pero llegaron, como había sucedido en las otras asociaciones anteriores, los problemas insalvables de las posibilidades e intereses muy diferentes de los clubes.

Quizás fuese el detonante la división por las medidas en que se debía jugar la Liga Nacional de División de Honor, pero ello no fue más que la solución para una situación que era difícil de mantener por cuestiones tan diversas como la crisis económica, los objetivos -muy diferentes de los diversos clubes- sobre todo con los ascensores. Así y todo es buen recuerdo, puesto que todas las apuestas por mejorar nuestro deporte son bienvenidas y cuando son de la importancia y profesionalidad de la WPA más. Fue un proyecto que merece el aplauso de todos y que ayudó a creer aún más en el potencial del waterpolo español.

twitter-bird@GasparVenturaM

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