‘Cuando el cuerpo habla’

"Estamos acercándonos al final de la temporada. Segundas vueltas, fases de ascenso, promociones. Por esa razón (y otras como las jornadas laborales y/o de estudio, horarios de entrenamientos, viajes, etc.), nuestros jugadores y jugadoras pueden que lleguen con las pilas bajo mínimos, fatigadas e incluso lesionadas", comenta el columnista de WATERPOLISTA.com

Suena el despertador, lo apagas con un ojo todavía cerrado, dolor de cabeza, intentas moverte y te das cuenta que el cuerpo no responde. Nervioso, comienzas a sudar y a duras penas te levantas. Urgencias, análisis de sangre y dan con la tecla: anemia. “¡Te has pasado con el entrenamiento!, ¡estás “vacío!” dicen. Entrenas casi 4-5 horas diarias sin ningún tipo de guión ni planificación, sin conocimientos reales, sin descanso, sin medidas. ¿Os resulta familiar? Hablo en primera persona. 17 años. Mi entorno me iba avisando porque estaba preocupado; pero el cóctel entre la adolescencia, inmadurez y egoísmo dio sus resultados. Sobreentrenado (y gané por méritos propios algún otro adjetivo des-calificativo). ¡Menudo susto! En ese instante, la curiosidad hizo su trabajo como motor de aprendizaje y fue posiblemente la “culpable” de la posterior elección de mis estudios. Gracias.

Estamos acercándonos al final de la temporada. Segundas vueltas, fases de ascenso, promociones, … Es en esos momentos cuando nuestras metas y objetivos (de rendimiento) se ven o no cumplidos. Con el anhelo de lograrlos, frecuentemente intentamos quemar todas las opciones sin ser conscientes de las posibles consecuencias. Y en general, la regla de “más es mejor” no se cumple (no, no se cumple). Por esa razón (y otras como las jornadas laborales y/o de estudio, horarios de entrenamientos, viajes, etc.), nuestros jugadores y jugadoras pueden que lleguen con las pilas bajo mínimos, fatigadas e incluso lesionadas. Pueden que estén sobreentrenados y/o sobreentrenadas. Ese síndrome es un proceso multifactorial que abarca una serie de cambios psicológicos, fisiológicos y hormonales que pueden originar un descenso del rendimiento (Small, 2002). Se suele manifestar como dolor muscular o articular crónico y fatiga generalizada; así como frecuencia cardíaca elevada, disminución del apetito y pérdida de peso (Solomon et al., 2017). Normalmente ocurre cuando la actividad física practicada es tan intensa que evita que el deportista se recupere correctamente (Montesano et al., 2018). En consecuencia, es necesario reconocer esos síntomas lo antes posible (Egger et al., 2019). Hipótesis a valorar.

Así, el waterpolo es un deporte intermitente con un gran número de acciones cortas y explosivas (saltos, luchas, lanzamientos y desplazamientos) (Colville y Markman, 1999). Es por ello que el entrenamiento de alta intensidad es fundamental (Veliz et al., 2014). No obstante, se ha demostrado que este tipo de entrenamiento puede acarrear un efecto perjudicial sobre el rendimiento si los periodos de recuperación no son los adecuados (Rowbottom, 2000) y es muy difícil de cuantificar (Foster et al., 2001). Aún así, los entrenadores y entrenadoras tenemos a nuestro alcance herramientas validadas, subjetivas, fáciles de emplear y económicas. Escalas o cuestionarios “para todos los públicos”. De hecho, se ha observado que la monitorización sistemática de la carga del entrenamiento nos ayuda a controlar el proceso, mejorar el rendimiento, y reducir el riesgo de sobrecargas y lesiones (Alexiou y Coutts, 2008; Halson, 2014). Por consiguiente, nos pueden ayudar a prevenir y/o limitar los efectos del sobreentrenamiento.

En nuestro deporte, estas son algunas de las herramientas que se han utilizado tanto en investigación como “a pie de piscina” (Botonis et al., 2022; Lupo et al., 2014; McCormick et al., 2016):

  • Escala sRPE (del inglés Rate of Perceived Exertion per session), para medir la carga interna del entrenamiento. Cada deportista califica la intensidad percibida de toda de la sesión 30´ después de finalizarla mediante la escala RPE (puntuaciones de 0 a 10) y se multiplica por el tiempo total en minutos.
  • Cuestionario de Bienestar, basado en las recomendaciones de Hooper y Mackinnon (1995), para valorar el bienestar general. Se evalúa la fatiga, calidad del sueño, dolor muscular general, niveles de estrés y estado de ánimo en una tabla con cinco ítems y distinta puntuación (de 1 a 5). El bienestar general se determina sumando las cinco puntuaciones (McLean et al., 2010) y cada jugador y/o jugadora lo rellena antes de cada entrenamiento.
  • Escala de calidad de recuperación TQR (del inglés Total Quality Recovery), propuesta por Kentta y Hassmen (1998), para medir la recuperación muscular tras el último entrenamiento y/o partido. Se registra y califica el día posterior a la sesión concluida (puntuaciones de 0 a 10).
  • Escala EVA (Escala Visual Analógica), para valorar la intensidad del dolor (de 0 a 10). Por ejemplo, el dolor de hombro al finalizar las sesiones de trabajo en seco. Se completa después de cada sesión específica.

“Más de uno se equivocó por miedo a equivocarse” (Gotthold Ephraim Lessing). Sin embargo, nunca es tarde para intentarlo. ¿Probamos?

También podría gustarte
¡Suscribete a WATERPOLISTA.com totalmente GRATIS!
Disfruta de todas las novedades que se publican en WATERPOLISTA.com y muchas ventajas que irás recibiendo semana tras semana.