La lección de Sandro Sukno

El 29 de julio de 2017, el mundo del waterpolo rendía pleitesía ante una de las mayores gestas acaecidas en la historia de este deporte: contra todo pronóstico, Croacia se proclamó campeona del Mundo. Y lo hizo después de superar carros y carretas. El camino hasta el oro no fue nada fácil, puesto que debió sortear en semifinales a la todopoderosa Serbia (llegaba a la cita mundialista como favorito después de ganar a los croatas en la final de los Juegos de Río un año antes), y después ganar a Hungría ante más de 10 mil aficionados magiares que se agolparon en la mítica piscina Alfréd Hajós, que fue una hoya a presión de principio a fin.

Sin embargo, la presión ejercida desde las gradas poco efecto surtió en el combinado de Ivica Tucak que dio una verdadera lección de entrega, superación pero sobretodo de buen waterpolo, logrando noquear a los chicos de Tamás Marcz. Uno de los principales responsables de tal éxito nacional (en Croacia, el waterpolo está entre los tres deportes más importantes) fue Sandro Sukno, un deportista que por aquel entonces tenía 27 años, y que fue la principal referencia ofensiva de Croacia. Terminó el Campeonato del Mundo como máximo goleador de su selección (y tercero del ranking general) con 16 goles en 6 partidos, pero eso sí, con los mejores registros de eficiacia, alcanzando el 60%. Fue sin lugar a dudas el mejor jugador del Campeonato, por lo que no fue de extrañar que recibiera reconocimientos de suma relevancia en el circuito internacional como el de Total Player 2017 que elige los principales medios especializados en waterpolo del Mundo. En ese momento, todo para él era un camino de rosas. Había logrado cumplir el sueño que desde niño le inculcó su padre Goran Sukno, quien junto a su primer entrenador Emil Nikolic fue el espejo en el que reflejarse en cada paso que daba a lo largo de su trayectoria. Y como para no, ya que su padre fue uno de los artífices del oro logrado por Yugoslavia en los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles. “Por él yo empecé a jugar a waterpolo, y por él he disfrutado siempre haciéndolo”, llegó a reconoce en una entrevista.

Cuando todo parecía encaminado a que se convirtiera en uno de los mejores jugadores de la última década, Sandro recibió la peor de las noticias: tras hacerle una revisión médica en octubre de 2017 le diagnosticaron un grave problema en el corazón. En ese momento comenzó un verdadero infierno, puesto que a la noticia de la enfermedad se sumó que el Pro Recco con poca humanidad de por medio rescindió su contrato, dejándole lleno de preguntas, y con la incertidumbre de conocer el alcance de los problemas cardíacos. En ese momento, su carrera deportiva se paró en seco, y aunque se rumoreó con su regreso, inevitablemente tuvo que pasar por quirófano. Lo hizo en Cleveland (Estados Unidos) en marzo 2017. A los tres meses, los médicos reconocieron que la operación había sido todo un éxito, por lo que dos semanas después firmó con el VK Jug de Dubrovnik, el club con el que se consolidó como profesional. Apenas jugaba partidos oficiales, pero si que continuaba entrenando para sentirse “uno más en el equipo y poder disfrutar jugando”. Tras un año a marchas forzadas, Sukno optó por colgar el gorro a los 29 años. Lo hizo el pasado mes de mayo por medio de una carta emitida en sus redes sociales, donde reconoció que su familia y su estado de salud están por encima de todo.

Como era de esperar, Sandro recibió el respaldó del mundo del waterpolo, y en concreto de la Federación croata que desde un principio se encargo no sólo de costear las intervenciones médicas, sino de respaldar anímicamente a su jugador franquicia. Justo por este motivo, una vez anunció que colgaba el gorro, recibió la llamada del presidente del máximo órgano del waterpolo en Croacia para ofrecerle un lugar dentro de su estructura técnica. Y por esto, Sandro ha viajado hasta el Campeonato del Mundo en Corea del Sur para ejercer de segundo de abordo de Tucak y continuar poniendo su granito de arena.

@etoster