El waterpolo femenino: una disciplina con falta de cantera

A pesar de que el deporte femenino va haciéndose hueco en la sociedad, la construcción de una cantera estable que asegure la regeneración de las categorías nacionales es aún un tema pendiente

El waterpolo femenino ha tenido un desarrollo vertiginoso durante estos últimos años. Las categorías masculina y femenina no solo se llevan un siglo como deporte olímpico (el waterpolo masculino se incluyó en los Juegos en 1900, mientras el femenino no llegó hasta el 2000), sino que la diferencia en el modo de juego de los chicos y de las chicas también eran abismales. Así opina el entrenador del Waterpolo Ciudad de Rivas y exseleccionador cubano, Javier Peláez: “antes veías un partido de chicas y era muy lento, pero hoy ofrece las mismas emociones y el mismo ritmo que un partido masculino”. De hecho, bien es sabido que España es uno de los equipos más fuertes a nivel mundial, lo que le permite al waterpolo español gozar de una salud tremenda nacional e internacionalmente.

Sin embargo, no se puede hablar todavía de igualdad en este deporte. Aunque a nivel técnico ya no existe esa gran diferencia de antes, y a pesar de que la categoría femenina ha hecho verdaderas proezas en los distintos campeonatos mundiales, sigue sin tener la atención que merece. “Creo que, excepto Cataluña, las comunidades deberían ocuparse un poco más del waterpolo femenino. Aquí, en Madrid, el waterpolo en general no es bien atendido, pero el femenino mucho menos”, opina Peláez. Tal como él lo vive en sus carnes, en la Comunidad de Madrid, en la categoría infantil solo hay seis equipos este año y, en la cadete, siete. Si hablamos de categoría absoluta el número se mantiene igual de bajo: seis equipos divididos en dos categorías nacionales, División de Honor (dos) y Primera División (cuatro). Y eso que Madrid es de las “privilegiadas” en comparación con otras comunidades sin apenas equipos. Esta escasez por todo el territorio español, no da opción a tener una Segunda División femenina como la que disfrutan los equipos masculinos. Sin duda, la falta de continuidad de las chicas en el deporte, choca con el palmarés del equipo nacional femenino, que no parece suficiente para atraer a más mujeres a este deporte. Como dice Javier Peláez, “podríamos hacer un pequeño esfuerzo y ponerle más empeño al waterpolo femenino”.

Como antiguo entrenador de la Agrupación Deportiva Rivas Natación, participante en Primera División Nacional de 2013 a 2017, Javier ve el origen de este problema en las canteras. “Una de las causas de que el equipo se disolviera fue que no teníamos una base hecha. Nos fuimos a Liga Nacional y la estuvimos disfrutando durante cinco años, pero poco a poco se fueron cayendo jugadoras y no teníamos cómo tapar esos huecos”. Según cuenta, se llegaron a sentir frustrados al ver que no tenían niñas, pero el equipo de entrenadores puso un gran empeño para resolver esta circunstancia. Hoy cuentan con un grupo femenino que supera cualquier expectativa. “Me quedó el mal sabor de que podríamos haber hecho más con las chicas. Me quedé con aquello de decir ‘nosotros sí podemos y lo vamos a volver a hacer’, y yo creo que estamos a punto de volverlo a hacer”. Estas son las palabras de un técnico que lucha por llevar a sus chicas a lo más alto contribuyendo a que el waterpolo femenino siga creciendo. Saben que es difícil mantenerse, más que llegar a Liga Nacional, pero lo importante es que “las chicas disfruten durante varios años y cuidar la cantera”, porque de los errores se aprende.

twitter-bird@pgjaureguizar

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