La pasión que Ramón Díaz

Si en su etapa como jugador en activo se le caracterizaba por ser pasional, ahora como entrenador no iba a ser menos. Ramón Díaz dice sentirse un privilegiado por poder formar parte de la familia del waterpolo. «Trabajo en algo que no solo es mi pasión, sino mi vida, por lo que solo puedo sentir agradecimiento», reconoce a WATERPOLISTA.com el catalán que ahora ejerce de entrenador de categorías en el CE Mediterrani, el club de su infancia que le vio nacer como jugador profesional. Y es que una vez colgó el gorro de manera definitiva, el hermano mayor de los Díaz (su hermana Marián es la entrenadora del absoluto femenino) puso los cinco sentidos en su aventura en los banquillos, que ahora pasa por la entidad de la Josep Vallès. «Mi función a primera hora pasa por ocuparme de los nuevos niños y niñas que vienen a probar nuestro deporte. Son los más peques. Me encargo de que se lo pasen bien, y que les pique el bicho del balón amarillo. Y después ya desempeñó la que es mi tarea principal, que es estar a cargo del infantil masculino y el infantil mixto. Además de hacer algún entreno complementario como puede ser refuerzo de lanzamiento, boyas o porteros. Para intentar que aprovechen al máximo las horas de entrenamiento», explica Díaz que reconoce sentir orgullo por poder desempeñar estas funciones en un club que define como su casa, y del que es socio desde que nació. «He visto jugar a mi padre, he visto a mi madre formar parte de la comisión de waterpolo, he jugado muchísimos años, he visto jugar a mi hermana y ahora veo jugar a mi hija. Más que un club, es mi familia», detalla.

Justo en el Medi se desenvuelve a la perfección como un entrenador con particularidades. «Soy duro, comprometido e intenso, pero también soy cercano, ya que me gusta que los chicos se sientan bien conmigo. Digamos que para poner un ejemplo más claro de entender, soy un entrenador que sobretodo enseña a pensar y disfrutar con cada tarea«, puntualiza un técnico que considera que desde su puesto no sólo es importante aplicarse en lo deportivo, sino también en lo personal con unos valores muy claros, como el respeto, el compañerismo, el compromiso, la disciplina, la puntualidad y (cómo no) el sacrificio. «Pero creo que lo más importante sin duda es cómo transmites esos valores. Tienen que ser de forma que ellos lo entiendan. Ya que no es lo mismo o no significa lo mismo para un niño que para un adulto. El fondo es el mismo, pero la manera de interpretarlo varía con la edad. Creo que se debe hacer de forma que entres en su mundo. Con sus palabras, y con sus situaciones actuales de vida, metiéndote de lleno en lo que ellos viven día a día. Me refiero al hecho de que para un niño la palabra respeto, y más en un adolescente en mi caso, es complejo, ya que le has de enseñar a respetar a los demás, pero sobretodo respetarse a sí mismo, porque al final ellos están en un momento de vida que están forjando el carácter que tendrán de mayores, así como el tipo de persona y deportista que quieren llegar a ser. Creo que es muy importante, ya que jamás podrás respetar a los demás si tú no te respetas a ti mismo. Por tanto intento por todos los medios que sean capaces de mirarse a ellos mismos. Y así podrán lanzar a los demás un claro mensaje de que quieren ser y como lo quieren conseguir. Si tú eres claro, si eres cercano, si eres noble, y muestras tu poder y tu fuerza a los demás, es increíble«, asegura.

Bajo esta idea, el técnico catalán tiene muy clara cuál debe ser su hoja de ruta en el plano profesional: «aprender cada día, sin pensar más allá de el próximo partido o compromiso. Creo que es la medicina perfecta para el éxito. No te voy a engañar. Siempre he ido a por todas. Con todo mi corazón y mi esfuerzo, así que mi objetivo es llegar lo más alto que mi esfuerzo y bien hacer me permita, pero también aprovechar todas, absolutamente todas las oportunidades que me surjan. Vengan de donde vengan. Me encantaría un día entrenar un equipo profesional. Es mi sueño y mi ilusión. Y te aseguro que estaré preparado cuando ese momento llegue, porque sé que va a llegar», sentencia.

@etoster