Todos los porqués del éxito del waterpolo femenino en España

Los éxitos de la selección española femenina ha incidido de lleno no sólo en el notable incremento de licencias en el país, sino que a su vez ha mejorado el impacto de nuestro deporte

En 2013 (un año después del primer éxito femenino) el número de licencias de jugadoras de waterpolo rondaban las 2.500. Cinco años después la cifra se ha duplicado, más allá de que a nivel nacional ha crecido en un 33% las fichas. Un dato que habla por si solo de la notable evolución protagonizada por el waterpolo femenino español. Y es que el camino de las chicas ha sido totalmente opuesto, logrando en los últimos seis años una plata olímpica, un oro europeo, así como un oro y una plata en los Mundiales de Barcelona 2013 y Budapest 2017, respectivamente. ¿A qué se debe ésta incipiente progreso protagonizado por las mujeres en torno al balón amarillo? Fernando Carpena, presidente de la Real Federación Española de Natación lo tiene claro: «Hemos crecido en licencias, el número de clubes ha aumentado pese a las dificultades que tenemos con las instalaciones. Los resultados de los equipos nacionales ahí están tanto en categoría absoluta como en grupos de edad«, explica.

En este sentido, Carpena va más allá. «Las claves del éxito hay que situarlas en dos niveles. El general en el que el rol de la mujer en el deporte es cada vez más importante y en el particular nuestro, el hecho de que los clubes se conciencian cada vez más de que la inversión en waterpolo femenino es positiva«, puntualiza sin olvidar de donde venimos. Fue en 2003 cuando un grupo de jugadoras semiprofesionales (las remuneración económica en su mayoría brillaba por su ausencia) abrieron de una patada la puerta del plan ADO, el gran anhelo de todas ellas.

El germen del éxito

Cristina Ungo, Elisabeth Fuentes, Mariona Ribera, Ana Ramírez, Sara Domínguez, Mireia Ventura, Mercé Vallés, Cristina López, Blanca Gil, Anna Pardo, Patricia del Soto y Belén Sánchez Picorelli lideradas en el banquillo por Gaspar Ventura lograron poner el foco en un equipo desconocido que ganó repercusión mediática y social después de finalizar el Mundial celebrado ese mismo año en la ciudad condal en octava plaza y entrando en el proyecto del COE.

«Éramos un grupo de chicas que abarcaban edades desde los 19 añitos que tenía Jennifer Pareja, hasta los 29 que tenía yo misma. Todas ellas, sacaban tiempo de sus estudios, sus trabajos y su descanso, para poder entrenar con el grupo, e incluso si no era posible hacer el entreno físico en solitario, siendo totalmente amateurs. La única remuneración era disfrutar juntas del deporte que nos apasionaba y tener la oportunidad de participar en las grandes competiciones del waterpolo. Jugar un mundial ya era un logro en aquella época, ya que hasta entonces tan sólo participaban 12 equipos, es a partir del 2003 que se aumentó la participación a 16 equipos. Y jugarlo en casa un aliciente añadido», comenta Fuentes, capitana de aquella selección.

Ellas fueron el germen de una siguiente generación que ya con Miki Oca a los mandos logró cambiar el rumbo de un deporte dominado históricamente por hombres. Bajo la sombra de los precedentes éxitos del Dream Team español de Manel Estiarte y compañía, unas guerreras se plantaron por primera vez en su historia en unos Juegos Olímpicos, donde plantaron cara a las grandes potencias hasta el punto de colgarse la medalla de plata. Desde entonces, su presencia ha estado asegurada en los granes eventos internacionales. «El equipo absoluto siempre aspira a podio pero también las jóvenes. Esto es bárbaro«, reconoce Carpena.

Uno de los grandes condicionantes que ha jugado un papel determinante en esta metamorfosis ha sido la apuesta decidida de algunos clubes, los cuales han insistido, por un lado, en cimentar las bases y por el otro en dotar de recursos económicos a todas sus piezas. A la cabeza de ésta idea se ha mostrado desde hace más de una década el CN Sabadell. «Lo logrado estos años por el Sabadell es algo impresionante. El hecho de haber llegado a tantas Final Four parece fácil, pero no somos capaces de ver la dimensión que tiene lo que ha hecho este equipo. Cinco Copas de Europa, tres Supercopas de Europa es increíble. Es indescriptible y será complicado que se vuelva a repetir«, recuerda Nani Guiu, principal ideólogo del para muchos mejor equipo de la historia. A los datos me remito. Bajo su mandato de diez años, la entidad sabadellense sumó 34 títulos, entre ellos, cuatro Copas de Europa. La última en 2016.

Más allá de los títulos, quedan los hechos y sobretodo la realidad. El dominio del Sabadell frente al resto queda patente en la tiranía que viene imponiendo. Es el gran dominador de las competiciones nacionales, siendo el campeón de nueve de las diez últimas Ligas. Más de lo mismo en la Copa de la Reina. Cuenta en sus vitrinas con 15 títulos. Su único traspiés data del año 2016 cuando sucumbió a manos de La Sirena CN Mataró, otro de los clubes que apuesta de lleno por dotar a su equipo de todo lo necesario para alcanzar el éxito. Sin ir más lejos, el equipo del Maresme ha jugado tres fases finales europeas en los últimos tres años, siendo campeón de una LEN Trophy y habiendo quedado entre los cuatro mejores equipos del continente la pasada temporada. Este año se hizo con un merecido bronce en la Copa LEN.

La influencia catalana

De éste mapa, lo cierto es que se puede sacar una clara idea: la influencia del waterpolo catalán es una realidad. Al fin y al cabo, Cataluña es la cuna de este deporte y los éxitos de uno y otro van de la mano. De los datos extraídos de un informe federativo se descubre que 705 deportistas de los 2.427 totales con ficha nacional son catalanes. A esto hay que sumar que a nivel autonómico, la Federación Catalana baraja en torno a 3.400 licencias. En el caso del waterpolo femenino su vinculación es más boyante, si tenemos en cuenta que en el Mundial del pasado verano de las trece integrantes del equipo nacional doce (a excepción de la madrileña Pili Peña) eran catalanas.

¿A que se debe esto? «Las competiciones catalanas cada año son más potentes y cada vez hay más niños practicando waterpolo. Por otro lado, está el gran compromiso de todos los clubes catalanes que cada vez cuentan con estructuras más potentes a nivel de waterpolo de base y, a la vez, hacen grandes esfuerzos para poder competir en competiciones europeas«, comenta Lidia Flaqué, ex vocal de waterpolo en la Federación Catalana. No obstante a esto hay que añadir un segundo condicionante: la estructura de trabajo de Cataluña para con la base. El trabajo propio de los clubes se suma a lo que ejecuta la Federación en el CAR de Sant Cugat donde deportistas seleccionados pueden compaginar durante cuatro años (de los 14 hasta los 18) entrenamientos y estudios con los mejores entrenadores. «Éste entrenamiento exhaustivo hace que de este centro salgan deportistas con grandes opciones de llegar a la selección absoluta«, reconoce Flaqué.

Éste hecho ha provocado que la evolución de las más jóvenes ya sean una realidad si tenemos en cuenta que la media de edad de la actual selección es de 18,53 años. Sin embargo, por detrás llega una generación del 2.000 que marcará un antes y un después y que asegura el futuro del waterpolo femenino. Este año, sin ir más lejos, 62 jugadoras nacidas a partir del año 2000 han debutado en la Liga Iberdrola de División de Honor. Algo que da un balón de oxígeno a los clubes en el plan económico y que por otro lado asegura un mayor bagaje a las futuras integrantes de la selección.

Y es que si la actual selección ha llegado a donde ésta, esto se debe principalmente a dos razones: el trabajo constante por crecer sin importar el cómo y la humildad con la que llevar a cabo ese crecimiento.

twitter-bird@etoster

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