El Mundial llevado a cabo en la ciudad de Gwangju, de Corea del Sur ha supuesto para España una presencia histórica en el capítulo del waterpolo, puesto que ha conseguido situar a los dos equipos en las finales cosas destinada a pocos países y entre ellos claro está España. Teníamos seguros la actuación siempre brillante de las chicas, como va sucediendo en los últimos campeonatos. Lo de los chicos era ya un poco menos usual. Considerando no obstante, la final del año anterior en los Campeonatos Europeos donde por fin España en hombres consiguió jugar la final contra Serbia. Lo histórico de nuestro alcance es irrevocable, pero sería interesante tener en cuenta algunos detalles y poder sacar sus consecuencias.
Prácticamente desde los Europeos de Málaga, el equipo femenino no se baja del cajón con resultados sorprendentes y regulares. Se hacen resultados de relumbrón en Europeos, en Mundiales y en Juegos Olímpicos. Naturalmente al ser un país en el que estamos acostumbrados a ganar siempre, damos por sentado que se ha de ganar en todo momento. Siendo sincero yo particularmente tenía seguro el resultado eficaz de nuestras mujeres en este campeonato. Sabía con certeza que se llegaría a altas cotas. Todo es fácil y no hay freno.
El resultado final contra el quipo de Estados Unidos puede que sea independientemente de como decía Miki Oca comprobar que el equipo norteamericano es intratable, todo podría suponer el presagio de una muerte anunciada. Quizás el hecho de tener este frenazo, nos puede poner de nuevo en situación y recordarnos como sucedía con los vencedores romanos que llevaban un esclavo a su espalda con la corona de laurel, musitándoles: “recuerda que eres un ganador”. Si dijera que no me preocupa ser segundas en el mundial mentiría como un bellaco. El resultado nos deja la mirada de los mil metros. Pero creo sinceramente que el periodo que queda hasta Tokio 2020 con la clasificación asegurada es un tiempo prudente como para retomar y reforzar lo ya conocido, mejorar y asegurarse un estado de vigilia sabiendo que falta un escalón para llegar.
El Mundial por el lado masculino es harina de otro costal. Se recordaba en las informaciones de última hora al final del partido, que se repetía la historia de Roma 94 en la final contra Italia con idéntico resultado. Como de la noche al día. Aquel fue un partido con un equipo en crisis y todavía no recuperado de Barcelona 92. Cambio de técnico y actitudes bastantes distintas. Yo estuve en aquella final en vivo y en el primer tiempo pensábamos irnos a dar una vuelta, previniendo lo que se avecinaba. El equipo español actual viene de pararle los pies nada menos que a Serbia de manera inapelable y para cerrar filas se encarga de Croacia en las semifinales con una defensa rayando en la perfección. Sin contar -pero se cuenta- que Pinedo actualmente es el mejor portero del Campeonato sin dudar y el Sr. Perrone hace con Pinedo una pareja de veteranía y de toma de decisiones que si añadimos al grupo de jóvenes con talento del equipo, se está firmando por un equipo lleno de motivación, garra y fuerza del que ya nos habíamos olvidado los viejos del lugar que todavía se diese tanta excelencia.
El partido final ha resultado ser una copia en negro de los dos partidos anteriores. Se cometen errores en superioridad que no se habían cometido en los anteriores. Perrone es el único que consigue hacer dos goles rápidos, pero el resto parece no ser el mismo plantel. Nuestros chutadores tampoco están tan precisos como antaño. El mismo Pinedo debe sufrir el bombardeo sin poder superarlo. Que decimos según algunos preclaros que Campagna nos conoce al dedillo y nos ha tendido una trampa… fruslerías. Lo que si estamos seguros es que este equipo no era el anterior de las fases semifinales y de cuartos. No estoy en las venas de todos ellos, ni sé lo que piensa David Martin en estos momentos, que por cierto ha conseguido un equipo equilibrado con gente multifacéticas y muy aptas para escalar cotas desconocidas en un futuro próximo.
Lo que si es cierto es que sólo se consigue ser medalla de plata jugando finales. Jugando finales se consigue estar en un punto de equilibrio en el que sólo cabe uno y para ello te tienes que creer que ese pico es tuyo. Hay tiempo para llegar a esta cota con la clasificación ya conseguida para Tokio 2020 y la tranquilidad, que no el reposo para corregir y reforzar. Ánimo el mundo os contempla.