Sebas Rodríguez o cuando el waterpolo lo es todo

Sebas Rodríguez llegó a Mallorca proveniente de Uruguay y encontró en el waterpolo la mejor de las medicinas para convertir su día a día en una jornada en la que disfrutar junto a unos compañeros que se convirtieron en sus amigos

Con algo más de 10 años llegó a Mallorca junto a su familia. Provenía de Uruguay, su país natal, tras sus padres tomar la decisión de cruzar el charco con la idea de darle tanto a él como a su hermano un futuro mejor. Ahora Sebas Rodríguez tiene 24 años y continúa manteniendo una estrecha relación con el waterpolo después de se iniciara con 14 años al estar cansado de «nadar por nadar». Un día se acercó al CN Ciutat, hizo unas pruebas, le gustó y acto seguido empezó a entrenar y jugar. Desde entonces ha mantenido viva una vinculación muy cercana con el balón amarillo, que le ha permitido practicar un deporte que define como «diferente» que le encanta al ser «en equipo y muy táctico».

Para Sebas, el waterpolo lo ha sido todo durante su estancia en Mallorca. «Se ha convertido en mi segunda familia«, reconoce a WATERPOLISTA.com alguien que explica que en su época de jugador y estudiante, «sólo esperaba que acabasen las clases para ir a la piscina. Era un mundo completamente independiente al del instituto, con un ambiente muy familiar en el equipo». «Con el tiempo, te das cuenta que esas cosas son las que hacen que el deporte sea tan importante en esa edad.
 Cuando he estado de bajón o he tenido malos momentos personales, poder tirarme a la piscina, coger un balón, y olvidarme de todo, me aportaba muchísimo. Me servía para pensar y poner las cosas en perspectiva. Por eso mis compañeros y ahora amigos de waterpolo, han sido tan importantes para mí. Cuando empece a jugar, jamas hubiese podido imaginar que se convertiría en algo tan importante en mi vida. Y a día de hoy, me alegro poder disfrutar cada fin de semana del waterpolo», añade.

Por todo ello, a día de hoy no ha querido perder el contacto con el waterpolo a pesar de que los estudios y el trabajo le limita mucho los tiempos. «Tenía claro que quería seguir vinculado al waterpolo. 

Uno de mis mejores amigos ya era árbitro, y me convenció para entrar en el colectivo arbitral. Puedo decir que ha sido una gran decisión. He aprendido a ver el waterpolo de manera muy diferente a como jugador, aprendes a evaluar el juego de manera diferente. Disfruto arbitrando partidos de categoría absoluta igualados, así como alevines donde ves la felicidad con la que juegan y disfrutan del waterpolo, y eso hace que uno también disfrute», reconoce Rodríguez, quien por otro lado, durante su etapa como jugador llegó a formar parte de la selección juvenil de Uruguay. «Fue espectacular», puntualiza el deportista, quien dice que sus compañeros le hicieron sentir como uno más. «Jugar una competición de ese nivel también fue diferente para mí. Si bien es verdad que en aquella época, se aprovechó el torneo para probar la nueva normativa de jugar 6 contra 6, y eso me descolocaba bastante en ataque (yo jugaba de cubre, así que en ataque pasaba a jugar de 2 o de 4), y fue un cambio que me costo bastante adaptarme. Pero el hecho de viajar, estar en un hotel concentrado con todos mis compañeros (y otras selecciones), todos con una misma pasión…fue muy bonito, y es algo que me va a quedar en él recuerdo para toda la vida», sentenció.

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