El ADN del CN Sabadell

Todas han puesto su grano de arena, todas han ayudado a desarrollar el gen ganador de un equipo que se implementó a principios de siglo y que ha alcanzado la excelencia en la última década ¿El próximo reto?

Este partido no se acaba hasta que lo ganemos«. Esta frase de Maica García nada más completar la remontada contra Olympiacos resume a la perfección el ADN de este equipo. Si le faltaba algún reto al Astralpool para redondear un palmarés de lujo, este era el hecho de levantar un trofeo de esta manera. En nuestro recuerdo colectivo, el equipo de Can Llong había sido tan insultantemente superior en todas sus finales, a excepción de la temporada pasada en Kirishi, que se hizo humano durante 26 minutos y 43 segundos. Tanto, que en el tiempo muerto de David Palma que dio un vuelco al guión del partido, los más de 1.000 espectadores presentes en el desenlace de la Final Four lo vieron muy pero que muy crudo. La decisión del técnico sabadellense fue lanzarse al pressing, agotar todas las energías posibles porque no había un mañana. El Club lo había apostado todo a ‘su’ final. Los siguientes 5 minutos y 17 segundos ya son historia de este maravilloso deporte.

Hablando de Kirishi, el fantasma de las dos anteriores ediciones había sobrevolado la piscina de 33 metros del Club Natació Sabadell, donde suelen entrenar y disputar sus partidos los dos seniors de la entidad. Conscientes de las derrotas ante Olympiacos en la semifinal de 2017 y ante el Kinef Kirishi en la final de 2018, ambas desde los cinco metros, los penaltis se habían trabajado a consciencia los días previos. Para aumentar la exigencia física, también se habían hecho simulaciones de partido contra el juvenil masculino. Además, el cuerpo técnico liderado por Palma cambió algunas rutinas después de la ‘novatada’ rusa del año anterior. Amante del vídeo y de pulir los detalles que tengan que ver con las jugadas diferenciales en defensa y en ataque, el entrenador del Astralpool decidió apostar por preparar los últimos días una hipotética final ante el equipo de El Pireo. Salió cara.

El efecto norteamericano

La Final Four se había trabajado a conciencia durante toda la temporada a pesar de no poder contar con todos los efectivos. Kiley Neushul, que llegaba a Sabadell 10 días antes de cada fase europea y que el fin de semana anterior la selección china estuvo a punto de dejarla KO con un golpe en la nariz, fue la mejor de la final con cuatro tantos. Otra muestra innegable de la química de esta plantilla. Las dos norteamericanas eran dos más. Llamaba la atención que en determinados momentos hablaran en castellano entre ellas para perfeccionar el idioma y sentirse plenamente integradas. Des del primer día que llegó, Maggie Steffens hizo todo lo habido y por haber para ser una enamorada de nuestra cultura, una ‘sabadellense’ más. Su ética de trabajo inculcada en Stanford y moldeada por Adam Krikorian hacía que tuvieran que frenarla en algunos momentos. En la mayoría de entrenamientos, era la última en salir del agua.

Pero este éxito es un premio al colectivo. Nadie pudo detener a Maica García en la fase de grupos, Bea Ortiz apareció en la final, cuando más se la esperaba, para sacarse la espina de los dos últimos años, el brazo zurdo de Judith Forca abrió el camino, Mati Ortiz rozó la perfección en la defensa de boya y qué decir del brazo derecho milagroso de Laura Ester para detener el penalti. La imagen de la final. Y así podríamos seguir una a una. Todas han puesto su grano de arena, todas han ayudado a desarrollar el gen ganador de un equipo que se implementó a principios de siglo y que ha alcanzado la excelencia en la última década. Ya van cinco Euroligas y por delante tan solo está el Orizzonte con ocho. ¿El próximo reto?

twitter-bird@PauVituri

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