¿Quién es Mariano García Barguilla?

Dos calificativos tan diversos como férreo y afable casan a la perfección cuando se usan para definir a Mariano García Barguilla, uno de los principales impulsores del waterpolo madrileño en sus inicios. Aunque a los más jóvenes no les suene de primeras su nombre, les invito a pararse un instante y sumergirse en la sabiduría que desprende cada palabra de un técnico entregado y vehemente a la par que inesperado y algo contraventor. Es uno de esos entrenadores de los de antes. Sus métodos de entrenamientos hablan por si solos a pesar de que el mismo los enmarca dentro de la tendencia de su época. Una época, por cierto, clave en la historia de nuestro deporte, puesto que junto a Toni Esteller, entre otros, logró encausar el camino de dos doctrinas enfrentadas: Cataluña y Madrid. Dos lugares con jugadores diferentes en el que la calidad y el carácter de unos y otros, respectivamente, hacía ver que esos chavales llegarían lejos. Y así fue. Entrenó a grandes como Miki Oca, Pedro García Aguado o Manel Estiarte, entre muchos otros. Fue a los Juegos Olímpicos de Seul 1988 como preparador físico de la selección española, y diseñó el equipo de las Olimpiadas de Barcelona 1992. Un padre para muchos que ahora como bien reconoce en esta entrevista a WATERPOLISTA.com trata de sobrevivir. Con todos ustedes, Mariano García, genio y figura de nuestro deporte.

– ¿Cómo fueron tus inicios?
«Me inicié como jugador en el PMM y cuando me licencie en INEF aunque me tiraban los deportes de conjunto, el waterpolo era la asignatura a resolver. Entrenador de muchos equipos de barrio me fui formando de manera autodidacta como todos nosotros en aquellas épocas. El waterpolo en Madrid en mis épocas tempranas costaba de dos equipos punteros (PMM y Canoe). Ambos jugaban en la Lga Nacional por aquello de la política de apertura. Ya como entrenador de inicio tuve la satisfacción de participar en aquel equipo entrañable para mí como fue el AR Concepción del que tan buenos y grandes momentos disfruté. En aquella época todo era derroche de energía, ilusión, horas y más horas, no importaba el horario y pocas (muy pocas) posibilidades incluido material, horario y espacios libres».

– Se te conoce como el principal impulsor de la escuela de waterpolo de Madrid…

«La Federación Madrileña y Antonio Gómez su secretario en particular consiguieron tener un espacio para poder entrenar en horario coherente a los jóvenes con interés. Se me ofreció ocuparlo y en condiciones un poco erráticas se puso en marcha. Hablamos de los años 76-80. Inicialmente era en la piscina del CSD, pequeña pero muy idónea para el entrenamiento que se pretendía. Naturalmente no era como ahora. Los equipos no cedían a sus jugadores y los que venían lo hacían por su propia voluntad y no siempre con buenos ojos por parte del resto. No había centro de estudios cercanos ni ayudas. Todavía recuerdo las carreras en albornoz de los Moro y Toril para coger el autobús desde de Cuartel de la Montaña por aquel entonces para poder entrenar con su equipo en Alcorcón, condición indispensable si se quería pertenecer al centro de entrenamiento (en aquella época se llamaba Escuela). Estos son a pequeños rasgos las características aunque podría hablar durante horas. No sé porqué no he escrito unas memorias de estos inicios. Posteriormente la venida de Cornel Marculescu a Madrid como Director Técnico de la Federación Española y residir en Madrid una vez finalizada la Olimpiada de Moscú en 1980, da un impulso a este proyecto aunque no se mejoren en demasía con los problemas de espacios y facilidades en horarios. Las selecciones de Madrid trabajaban con sus concentraciones para la competición nacional y obteníamos puestos de honor cada temporada. Tuvimos la fortuna de poder finalmente trabajar con grupos de verdaderos talentos por los años 92 consiguiendo en un mítico campeonato Juvenil en Madrid los tres primeros puestos de la clasificación. Creo que no ha vuelto a repetir, aunque no estoy muy seguro».

– ¿Cuáles eran las diferencias entre el waterpolo de Madrid y el de Barcelona?
«Eran dos conceptos diferentes como ya lo he comentado en otra ocasión. En primer lugar el horario de prácticas y la tradición hacía destacar a los catalanes. Su nivel le encaramaba a la cima y les hacía sentirse poderosos y ellos lo sabían, punto clave. Por el contrario los madrileños tenían unos genes que le proporcionaban una buenas opciones pero el escaso bagaje de preparación y de competición en nuestra zona (me suena familiar este problema) les impedía a enfrentarse en igualdad de oportunidades independientemente que no se sintieran ganadores, incluidos sus entrenadores. La tan cacareada falta de disciplina y de chulería de los madrileños no eran ciertas. Cuando tenían que trabajar y demostrar sentido de la disciplina la demostraron y de qué manera. Tal vez había que poner algún estigma para su diferenciación con el otro grupo, por cierto tan excelente como el de ellos. Ambos grupos eran excelentes con su toque de distinción entre ambos. Esto es lo que les hacía invencibles».

– ¿Cuál era el mejor?
«Por base y seguridad en sí mismos eran sin duda los catalanes. Tenían bien aprendida la lección y había que ganarles a pesar de la baja moral madrileña. Por el contrario los madrileños derrochaban ilusión y ganas de aprender».

– En la época de los 92 fuiste (o eso dicen) uno de los arquitectos de la Selección Nacional logrando conglomerar en un mismo grupo a dos sectores diferentes, ¿qué recuerdas de aquellos momentos?
«Fueros los años 86-88 finalizado el Mundial de Madrid 86 cuando se empezaron a crear los cimientos del grupo imparable. Campeonatos del mundo en Barcelona Junior, Mundial de Estambul y Mundial de Sao Paulo dan unas bases para el equipo que en JJOO de Seúl, un reflejo de los que se podrían esperar. No nos equivocamos en nada pero ya no estábamos con ellos, me refiero a Toni Esteller y a mí. El mundial de Perth fue una eclosión que se anotó Matutinovic con nosotros en casita. Eso se llamó relevo generacional y otros oportunismo. Afortunadamente a partir de Atlanta 96, todo ha vuelto a la calma y se vive un tiempo de bonanza en el grupo técnico y ya van 21 años».

– ¿Qué fue lo más complicado?
«Todo era muy sencillo y muy complejo. Debíamos permanecer dos o tres meses concentrados en Barcelona. Los catalanes vivían en sus casas y los madrileños en la Residencia Blume o en el Hotel Urgel. No pasaba nada pero al finalizar las temporadas se notaba una cierta fatiga entre los grupos. A partir del 86 todos los jugadores se desplazan a Barcelona para jugar en sus equipos y la dificultad se solventa. Aunque siguiesen viviendo en residencias u hoteles. Desplazamientos y piscinas repletas de gente, recuerdo Picornell en verano. No olvidemos que ADO se inicia para Barcelona 92 y anteriormente no existía nada de lo que ahora vemos como imprescindible (instalaciones, becas, ayudas económicas, ayudantes técnicos, etc).

– Los que pasaron por tus manos decían que eras muy duro…
«La dificultad entrañaba que comenzamos a hacer preparación física en seco con cierta intensidad antes y después de la preparación en agua. Algo que por entonces no era usual y las fatigas y sensaciones no eran muy agradables. Curiosamente cuando salíamos fuera en las Concentraciones todo el mundo hacía lo mismo. Luego no era muy descabellado. El trabajo era intenso pero no largo y extenuante con objetivos claros. Eso era todo. Te diré curiosamente que en todo el periodo de preparación nuestra con el equipo nacional nadie se lesionó. Algún raciocinio tendría el programa».

– Define tus métodos
«Nada que no se adaptase a las tendencias de aquel entonces. Trabajo en seco para proporcionar la fuerza que no teníamos en el agua y poder combatir a nuestros oponentes con cierta solvencia. Físicamente había una diferencia notable entre los españoles y el resto. Jugadores rápidos y con creatividad contra jugadores grandes y fuertes. Mucho movimiento y explosividad contra la fuerza. Había que plantear un trabajo en agua especifico por grupos. No todos café. Los porteros trabajaban intensamente y conseguían sus buenos frutos en los juegos posteriores. Los lanzamientos se trabajaban diariamente extensivamente para poder conseguir algo que nos faltaba en nuestro equipo. Los boyas y defensores tenían su trabajo concreto, ya que a pesar de la falta de colaboradores y ayudantes realizábamos todo eso. Concentraciones con otros equipos poderosos como los rusos o alemanes que nos proporcionaron un ritmo de juego y dureza amén de continuar nuestra preparación en seco antes y después de la citada concentración. Asistir a torneos de nivel para poder chequear nuestro nivel y superación. Trabajo en agua intenso evitando los farragosos nados largos de escasa intensidad. Eso entre otras cosas. Por supuesto en un ambiente de intensidad a la vez que distendido. No era un campo de concentración. Quizás los que te decían lo de duro no estuvieron allí».

– ¿Qué recuerdas de estos jugadores?

«Eran unos sujetos encantadores y joviales que trabajaban como no he visto trabajar a ningún grupo y he entrenado a algunos. Eso no quitaba el típico momento previo de sus bromas y ocurrencias. Formaban parte de la parafernalia de nuestra familia. Gran ambiente y buena aptitud ante el esfuerzo. Motivación ante los oponentes y sentido de la responsabilidad. Eso fue en línea generales lo que conseguimos con un grupo irrepetible».

– ¿De qué pasta están hechos estos jugadores?
«De la pasta del ganador, del ser que no escatima esfuerzo. Motivado ante cualquier dificultad y a la que se enfrentaban sin alarmas y sobre todo sin excusas fáciles. Ese era el grupo que yo entrené y que conocí».

– Eras como un padre para ellos…
«Trataba de hacerles que la quina que se tomaban les resultara más dulce. En serio. Nos llevamos bien sin blandenguerías. No me han gustado nunca dos tipos de personajes. El tutor monjil que hace la vida fácil y justifica todo y al tirano cruel sin ningún raciocinio. Entre los dos extremos debe de existir alguna justa medida. No era la mía pero lo pretendía».

– ¿Qué es de Mariano García hoy día?
«Trato de sobrevivir. Creamos un Club de waterpolo en Villalba, en la Sierra de Madrid, hace ya cuatro años. Si en Madrid hay dificultades y falta de interés, no quiero decir nada a unos pocos kilómetros de la Cibeles. Sigo en contacto y colaborado en lo que me dejan mis amigos en sus grupos como Chava, Ramón Diaz y Juan Carlos García. Son pequeños estímulos sin continuidad. Como el oxígeno para el enfisema. Imagino que debe de ser lo normal en un deporte como el nuestro . Escribo en mi blog regularmente: waterpolosierra.blogspot.com y me obligo a leer y experimentar lo que puedo».

– ¿Te gusta el waterpolo actual?
«Si te refieres a lo nuestro no demasiado. Hemos perdido nuestro puesto en el sol y hace frío. Las chicas nos están dando ánimos, pero el waterpolo masculino se nos escapa de entre los dedos. No te comento cuales son las razones ya que hay mucha gente sesuda y que además cobra, que debe solucionar estas dificultades y de no ser así, se debiera poner a otras. Más cercano ,no me gusta cómo va el waterpolo madrileño. Hemos perdido protagonismo en el panorama nacional. Nuestros jóvenes no consiguen lo que por historia y medios deben estar obligados a conseguir. No digamos las opciones de nuestros equipos en competición nacional y de nuestros internacionales en grupos de edades y del equipo senior. Los demás suben y parece que a nosotros nos complace permanecer observando cómo pasa la procesión».

– ¿Qué cosas cambiarías?
«La competición actual en nuestra zona no es real ni ambiciosa. Trata de ser gentil y contentar a todos. Competiciones largas y faltas de sentido. Distribución de grupos poco eficaces. El resumen final es quinto en Federaciones infantiles. Nadie da su opinión ante una muerte anunciada ya hace algunos años. Nadie le dice al Rey que va desnudo. Por supuesto no me gusta que los jugadores de Madrid emigren a otras zonas por la falta de interés de nuestros dirigentes tanto federativos como de clubes. Esta sangría existe desde que tengo conocimiento y no surge un medio o estamento que paralice y de la importancia y protagonismo que se merece una ciudad con la de Madrid, llámese Comunidad, Ayuntamiento o Instituciones y promotores. Todos dan por bien hecho la emigración por la bondad de la decisión y seguir hundiéndonos cada vez más».

– ¿Cómo ves los cambios que se quieren implantar en el reglamento actual?
«Desde que estoy en waterpolo se han dado cambios de todo tipo: duración, calidad del balón, porterías antivuelcos, duración de posesión y de superioridades y mucho más. Lo que se plantea no deja de ser un palo de ciego para conseguir el show que a toda costa busca la FINA y Len para su continuidad. No hay nada como revolver y excitar para que todo siga igual que siempre. Yo plantee en una encuesta poner balón más pequeño. Los espacios pequeños para jugadores grandes es tan sólo complicar la vistosidad. En toda ciudad existen piscinas de 30m. Lo que no sería problema de espacios de juego. Mientras se sigan favoreciendo a los defensas y al juego excesivamente duro en 2m la dificultad seguirá existiendo. Por otro lado se da demasiado protagonismo a jugadores que juegan de espaldas a la portería. Habría que empezar a considerar si se quiere jugar y meter goles o bien otra cosa».

twitter-bird@etoster
FOTO: MADPOLO

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