Ratko Rudic: el verdadero ‘gurú’

"Éste es Ratko Rudić, el número uno. Indiscutible e inimitable. Muchas gracias por todo lo que has dado al waterpolo amigo", analiza el columnista de WATERPOLISTA.com en este artículo sobre el técnico croata

Una institución de los banquillos se va. Así de sencillo podría ser este articulo, pero, no, cuando hablamos de Ratko Rudic, los que nos hemos sentado en el banquillo, nos quitamos el sombrero. Su historial no tiene parangón. Con Rudic, he tenido la suerte de jugar contra él, creo que empezamos y terminamos juntos nuestra experiencia olímpica como jugadores, inicio en Múnich 72 final Moscú 80. Mayor que yo, ya tiene 71 años, una lesión le aparto del oro olímpico de México 68, en que su selección se impuso a la de la URSS, pero él fue el encargado de la renovación de aquella selección de Yugoeslavia que en Múnich, quedó lejos de repetir titulo. Fuera del pódium, la siempre traumática renovación de un equipo que lo ha ganado todo tuvo un líder, Rudic.

La potencia del waterpolo balcánico ayudo a que el retorno a la élite fuese casi inmediato, así, en Belgrado, el año 1973, en el primer campeonato del Mundo, lograron un bronce, que quizás les supo a poco, puesto que a su carácter ganador no ganar les parece poco, pero con un equipo renovado en buena parte, estuvieron en la lucha. Allí, si no recuerdo mal, Rudic, fue nombrado mejor jugador del Mundial.

Un doping suyo, en el Mundial de Cali 75, según parece, posteriormente desmentido, descalificó a su selección. La sanción realmente fue para nosotros, nuestra selección, que debió jugarse la única plaza restante para los juegos olímpicos en un solo partido ante Yugoeslavia. El preolímpico fue en Berlín y pese a nuestro buen partido nos ganaron 2-4. No deja de ser una anécdota, pero que indica la incidencia de Radco con nuestro waterpolo. En el 80, con Lolo Ibern de seleccionador español y Miro Cirkovic por parte balcánica, celebramos multitud de concentraciones y entrenos. Entiendo que fue básico para nuestra actuación en Moscú, donde, merecimos medalla, siendo plata la Yugoeslavia de Rudic, que con 33 años decidía colgar el bañador.

Breve paso por los júniores del Partizan, selección junior con notables resultados para dar el salto a la absoluta. Trabajador, valiente, seguro de sí mismo, apostando por gente joven, consigue el oro olímpico en Los Angeles 84 y Seúl 88, con el Mundial del 86 de Madrid, el de la final interminable añadido. Su equipo, consolidado, merecía un descanso de su entrenador, merecía respirar, así mismo él precisaba de nuevos retos.

Su fichaje por Italia significaba una aventura arriesgada, nada que ver la filosófica de los transalpinos con la de sus compatriotas. El waterpolo italiano, más de movimiento, rápido, con riesgo, era lo contrario de lo que su doctrina imponía. Los entrenamientos, duros, con horas y horas en el agua, podían suponer una dificultad en su relación con los jugadores. Hubo momentos tensos, seguro. Pero, el intenso trabajo estaba bien meditado, nada quedaba al azar y ello los jugadores lo sabían.

Seguro de sí mismo, convencido de que era el camino, no cedió, quizás si, con algún veterano, algún acercamiento, nada más. Llegaron los JJOO de Barcelona, sin que Italia estuviese en las apuestas como favorita. Su camino fue tortuoso, con partidos decididos en el tramo final, pero llegó a la que había de ser nuestra final. Ya nos había empatado en la fase preliminar. Como en futbol parecía un mal rival. Aún recuerdo que una persona querida, me dijo, con Italia no, prefería a cualquier otro rival. Acertó. Nuestro corazón nos permitió aguantar hasta el último aliento, pero el balón al larguero de Miki Oca, llevó a Rudic, a su tercer oro olímpico consecutivo. Y con dos países diferentes. Dos waterpolo antitéticos unidos por un director de orquestra. El titulo mundial en Roma 94 y la confianza ganada con los directivos italianos le llevo a la Dirección Técnica con plenos poderes.

Pero Ratko es un hombre de banquillo, su prestigió llevó a los Estados Unidos a contratarle en busca de un milagro, el éxito no llegó en los JJOO de Atenas, pero, en tan corto ciclo 2001-04, consiguió reestructurar el waterpolo norteamericano, a la vez que creando escuela y cimentando un equipo que en Pequin 2008, llegó a la final, con muchos jugadores que había formado, que perdió con una de las mejores Hungrias de la historia. La oferta de volver a casa, ante la llamada de Croacia, si de un país, puesto que fue a petición del presidente del país Stjepan Mesic, quien hizo cursar la proposición, era demasiado tentadora. Un país nuevo, volcado con el waterpolo, con unos fundamentos como los suyos, era un caramelo difícil de rechazar. Como siempre, confiado en su método, seguro de su apuesta por la gente joven inició un trabajo, de notable éxito en el camino, para llevar a su cénit en Londres, donde consiguió su póquer de oros olímpicos y aumentar su currículum hasta hacerlo inalcanzable. Los éxitos no sacian sus ganas de ganar, de nuevos retos y Brasil, con miras a realizar un buen papel en los JJOO que organizaba quiso al mejor al frente de su equipo. Y lo logró. Fue capaza de superar a una Serbia que llevaba dos años invicta, hizo soñar a la torcida, esos si con incorporación de algunos jugadores nacionalizados para el evento, como nuestro Adrià delgado, pero ello no quita merito a su trabajo. Italia, eran latinos, pero Brasil, con un carácter alegre, poco acostumbrada a la disciplina, que vive de la imaginación, de la belleza, era el aún más difícil y lo consiguió. La “torzida” enfervorizada vibró cada partido con ellos. Y como nos hicieron sudar por el séptimo lugar en que les derrotamos por solo un gol.

Todo esto es historia, son cifras, como las que adjunto al final del escrito, pero la realidad de Ratko Rudić, es su fe, su confianza en lo que hace, que le lleva a contagiar a sus jugadores. Es escuela yugoeslava, bien, balcánica. La disciplina y el entrenamiento son el camino indispensable para el éxito. Capaz de someter a cargas muy duras a sus jugadores, bien estudiadas, en ello ya encontramos una de la diferencias con técnicos de su escuela, para lograr a la vez, una mejor condición física a la hora decisiva de los partidos, con la cabeza oxigenada y ser capaces de superar el sufrimiento, la exigencia del rival. Cree en la juventud, apuesta por ella, tanto por sus cualidades, como por que les forma a su imagen, a lo que él desea. Y sabe leer los partidos, cualidad indispensable para llegar hasta dono lo ha hecho. Sin esta dote, esta varita mágica, nada sería posible. Todo, dentro de un cuerpo grande, una gran humanidad, que con su andar en vaivén, su bigote, su cara redonda y una expresión que a la vez infunde respeto, como si la miras bien responde a confianza. Este es Ratko Rudić, el número uno. Indiscutible e inimitable. Muchas gracias por todo lo que has dado al waterpolo amigo. Y no lo digáis a nadie, pero aun lo volveremos a ver en los banquillos.

twitter-bird@GasparVenturaM

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