Una tarde en Trieste

En la ciudad italiana, el waterpolo español femenino cambió de rumbo hasta en dos ocasiones: primero con un oro de la selección junior y luego con la clasificación por primera vez para unos Juegos Olímpicos

En el Campeonato del Mundo de Shanghái 2011 una undécima plaza provocó que la selección española femenina de waterpolo tocara fondo. Las sensaciones dejadas por aquel equipo hizo que difícilmente se presagiara lo que un año después ocurriría en las Olimpiadas de Londres 2012. Sin embargo, meses después todo cambió y el rumbo del waterpolo español dio un cambio de 360 grados con la ciudad italiana de Trieste como protagonista. Fue allí donde Miki Oca puso los primeros mimbres de un equipo que meses después debutaría en unos Juegos Olímpicos con una medalla de plata. Por aquel entonces, el madrileño más allá de dirigir al equipo absoluto se puso al frente de la selección junior que se bañó en oro con un bloque con ansias de cambiar lo escrito hasta ese momento.

Meses después, el camino de España tuvo de nuevo como parada Trieste. Allí la selección se jugaba nada más y nada menos que acceder por primera vez a unas Olimpiadas. Y lo hizo con una columna vertebral de jugadoras jóvenes, con poca experiencia a nivel internacional y sin la figura de Blanca Gil, hasta ese entonces referente del equipo. En ese preolímpico cuando muy poca gente apostada por la clasificación española, la empatía de Miki Oca para gestionar el grupo fue suficiente a la hora de redireccionar el camino tomado años atrás por el equipo nacional. Como si de un mago se tratara, el alcorconero se ganó el respeto de propios y extraños al haber dado el paso definitivo a base de un trabajo forjado en esfuerzo, dedicación y calidad humana. Es un secreto a voces que esa calidad humana condicionó en que su llegada a la selección se materializara cuando nadie daba un duro por él, ya que al contrario de lo que pudiera parecer ahora, el camino de Miki no ha sido fácil y estuvo lleno de dudas en sus inicios.

Así, su popularidad y atractivo una vez colgó el gorro, le hizo pasar por el mundo de la moda e incluso a participar en el programa de televisión Supervivientes, donde llegó a ser finalista. Pero el waterpolo le llamaba a la puerta. Los que le conocen dicen que todos sabían que era algo para lo que estaba predestinado. Dirigió al equipo femenino del CN Ondarreta Alcorcón, club en el que también entrenó a su combinado masculino antes de que la Federación Española le designara como el encargado de coger las riendas de una selección con un claro inconveniente: su potencial no se materializaba en resultados.

Sin embargo, fue a partir de esa clasificación olímpica lograda en Trieste cuando comenzó la era de éxito de una generación que ha marcado un antes y un después en el waterpolo, pero también en el deporte español, puesto que a base de medallas y grandes noches un grupo de genuinas apasionadas por su oficio lograron poner en valor el premio que supone tener una inquebrantable fe en uno mismo, pero sobretodo en tus ideas. Con esa idea, Miki ha demostrado ser capaz de exprimir al máximo las capacidades, así como la calidad humana y deportiva de cada una de las jugadoras, sin importar nunca los nombres, y priorizando siempre en el grupo. Y es que para él, el equipo está por encima de todo y esa es una idea que han hecho como propia cada una de las integrantes que han pasado por el equipo estos últimos años. Roles dispares pero mismo objetivo: ganar, ganar y ganar. Y es que con la misma humildad con la que llegaron a Londres 2012, estas chicas se subieron al podio de Corea del Sur.

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