Simón Fuste: «Los porteros tenemos una locura sana»

A lo largo de sus 30 años de trayectoria deportiva se ha retirado entre ocho o nueve veces, aún así nunca ha sido capaz de despegarse del todo de un deporte que le ha dado la vida; ahora defiende la meta del CN Rubí en Primera División

Todo un trotamundos que lleva a sus espaldas más de 23 años debajo de los tres palos. Simón Fuste es un claro ejemplo de dedicación por y para el waterpolo. Su pasión le mantiene aún en activo después de regresar al CN Rubí hace dos temporadas a pesar de haberse retirado entre ocho o nueve veces a lo largo de este periplo vital que le ha permitido jugar con y contra los mejores. Tras una importante trayectoria en el CE Mediterrani -se inició allí y llegó a jugar con el primer equipo compitiendo incluso en la LEN Trophy-, Fuste se cansó de hacer diez entrenos semanales por lo que en 2001 dejó la élite para levantar al CN Molins de Rei en Tercera División Catalana. Tras dos temporadas -y encajar una derrota en 48 partidos-, el portero y sus compañeros dejaron el equipo a las puertas de la competición nacional.

A partir de aquí comenzó una etapa de recalar en varios equipos -«disfrutando y jugando siempre«, pero antes se marchó a Esocia donde además de jugar en el Portobello Sharks llegó a fundar el primer equipo de waterpolo de la Universidad Napier de Edimburgo. En su regreso a España pasó por UE Horta, CN Poble Nou -jugó de defensor de boya- y luego recaló en CN Rubí. Tras ayudar al equipo a subir a Primera División -parando un penalti en la última jornada- vivió su mejor año. Con 26 años se puso a las órdenes de Toni Fuentes en el CN Montjuic de Segunda, batiendo récords y cifras de efectividad. Fue entonces cuando paró dos años -estudió un MBA- y decidió regresar a un club que le ha aportado mucho «debido a que es un equipo poco usual al ser tan familiar«. En Can Roses pasó de jugar al principio en el filial para ahora hacerlo en el absoluto a las órdenes de Nin Aguilar con quien espera regresar a la máxima categoría. Con todos ustedes, Simon Fuste: determinación, al servicio del balón amarillo.

– ¿Qué te llevó a sumergirte en este del waterpolo?
«Me apunté a natación con sólo 6 añitos de edad y a partir de los 8 inicié mi romance con el balón amarillo. Soy del 1981 por lo que llevo algo menos de 30 años enganchado intermitentemente al waterpolo. Jugando efectivamente podríamos decir 23 años puesto que la liga escolar la empecé cuando tenía entorno 10 años y he estado 3 años sin jugar. Me he retirado unas 8 o 9 veces, y siempre he acabado volviendo. El waterpolo no es sólo un deporte, es un estilo de vida y lo que me ha aportado en cada etapa siempre ha sido superior al sacrificio requerido. El último retorno fué la temporada pasada para ayudar al equipo en la difícil tarea de permanecer en Divisón de Honor».

«Siempre he dicho medio en broma que me retiraré definitivamente el día que Pinedo lo haga, pero me da que tiene gasolina hasta Tokyo 2020 y no creo que le pueda seguir el ritmo»

– ¿Dónde iniciaste este camino?
«Mi casa y mi escuela fue el C.E.Mediterrani y siempre tendré parte de mi corazón en el barrio de Sants de Barcelona. Allí compartí una infancia y adolescencia privilegiada con un entorno muy competitivo. Me explico. En primer lugar, los entrenadores. Tuve la suerte de tener auténticos educadores deportivos – entre los que destaco a mi padre deportivo Juan Ramón Gimenez – de los cuales aprendí unos valores y una disciplina que me han servido no sólo para ser un deportista competitivo sino para afrontar la vida tanto personal como profesionalmente. Mi agradecimiento en ese aspecto al waterpolo y a mis entrenadores es eterno. En segundo lugar, el entorno. Soy de la generación afortunada que siendo unos adolescentes teniamos a las grandes figuras del waterpolo jugando en la División de Honor como Dejan Davic (CNB) o Jesus Rollan (Catalunya) – y podría pasarme horas mencionando grandes nombres históricos. Había mucho nivel y llegar a lo más alto era un reto muy complicado. Además el waterpolo español venía de ganar las grandes citas mundiales y habían muchos recursos económicos. Una oportunidad de oro que nuestro deporte no supo aprovechar para consolidarse. Y en tercer lugar los compañeros. Me siento también privilegiado por haber tenido la oportunidad de crecer rodeado de grandes figuras y personas. Desde infantil hasta los 21 años formé dupla bajo palos con Daniel Lopez Pinedo. Posiblemente el mejor portero español tras el gran Jesús y una excelente persona. Tantos años bajo su estela me exigieron superarme día tras día para llegar a su nivel.

– ¿Qué te llevó a ser portero?
«Pues no lo elegí. Y hubó un buen jaleo con este tema. En escolares jugaba en posición 3 dirigiendo el juego y siendo uno de los máximos anotadores. Tenía un bonito idilio con el gol. Pero al poco de cumplir los 12 años – creo recordar – me fracturé la muñeca jugando a futbol (de portero) por lo que estuve un mes con el brazo enyesado y haciendo sólo ‘seco’. Los entrenadores vieron que tenía altura y envergadura y plantearon un cambio: los dos porteros pasarían a ser boya y defensor de boya, y yo pasaría a ser portero. El primer año «chupé» mucho banquillo porque justo había llegado Pinedo de la Escola Maristes, y tras aburrirme soberanamente en el banquillo y apoyado por mi exentrenador de natación, solicité revertir la situación y volver a ser jugador. No hubo manera y se armó un buen jaleo internamente. Así que continué de portero. Al año siguiente quedamos campeones de la liga infantil, campeones de España con la Selección Catalana. En 1997 campeones de España Juvenil y en 1999 Campeones de España Junior. Lo curioso es que los entrenadores no se equivocaron ya que nos llamaron para la Selección Española Junior a los tres implicados: Dani ‘Lucky’ Fernandez como defensor de boya, Oriol Lavernia como boya y yo como portero. El tiempo les dió la razón.

Simon Fuste debutó esta temporada bajo los tres palos del CN Rubí enfrentándose en Can Roses a CN La Latina madrileño / SIMÓN NOGERA

Ahora a toro pasado, me alegro mucho de haber sido portero puesto que mi personalidad es de portero. Todos los porteros estamos un poco locos. Una locura sana. Esa locura de ponerte en la trayectoría de un balón a 80km/h entre el lanzador y la red, y alegrarte porque te ha golpeado la pelota (la paraste!). Un portero es el primer atacante y el último defensa, tiene un rol fundamental y único, y una relación muy especial con el equipo. Es el motor de cambio que puede girar el signo de un partido alentando a los jugadores con sus paradas e indicaciones. El portero es más que un jugador, es un psicólogo que tiene el tiempo de ver, evaluar y dirigir. Es el único jugador que goza de un tiempo privilegiado para guiar estratégicamente al equipo en cuanto retornen del ataque, de detectar los puntos débiles del rival y jugar con ellos para que lanzen donde y cuando uno quiera».

– ¿Qué es seguir jugando a estas alturas de vida?
«Probablemente me hagas esta pregunta puesto que creo ser sino el jugador más veterano de Primera División, de los más veteranos. He pasado por varios clubes y de cada uno me he llevado unos aprendizajes únicos e inigualables. Cada temporada es diferente: los compañeros, los rivales, la liga… pero todas tienen un denominador en común, y es la relación mágica y personal que uno tiene con este deporte. Mi gran amigo Daniel Pajuelo – rival en la liga y compañero en la selección nacional – y editor del exitoso Anuari del Waterpolo Català, cada año me dice «¿Aun no te has retirado?» Y ahí estoy yo aguantando un año más, para no faltar a la ineludible cita anual gráfica que elabora. Ya hace unos años que decidí pausar mi carrera deportiva y centrarme en ayudar, en transmitir los valores y la pasión que este deporte me había enseñado. En el CN Rubí B he tenido el orgullo y privilegio de compartir vestuario con grandes jóvenes promesas de la cantera como David Carrasco, Marc Mejías o Max Vernet entre otros, y aporté mi granito de arena para su crecimiento deportivo, de lo cual me siento enormemente orgulloso.

«Cada temporada es diferente: los compañeros, los rivales, la liga… pero todas tienen un denominador en común, y es la relación mágica y personal que uno tiene con este deporte»

Dentro del vestuario se me respeta a pesar de mi locura y mi humor 2.0, lo cual hace que me sienta muy a gusto y no note la cantidad de años que les saco (más de uno podría ser mi hijo…). Hubo una época en la que perdí la ilusión por jugar y decidí aparcar definitivamente el gorro. Fue al finalizar la temporada 2014-2015. Y no se me ocurrió otra locura que apuntarme a hockey subacuático con los Intrèpids Seitons del Barcelonés. Ahí volví a ser delantero y goleador, pero un año de apneas y de gafas enteladas fueron suficiente. El CN Rubí A decidió in extremis mantenerse en División de Honor, y ante la llamada a filas de Dani Gómez acudí presto a ser segundo portero. Volver a División de Honor….15 años más tarde!!! La temporada se consumó con el descenso y me quedé con el mal sabor de haber querido aportar más al equipo. Y esta temporada – como primero portero – me siento con la ilusión de darlo todo y volver a luchar junto a mis compañeros por llegar a lo más alto».

– ¿Qué supone para ti el waterpolo?
«El waterpolo ha sido esencial en mi vida, muestra de ello es que a pesar de haberlo dejado varias veces, he vuelto a la piscina poco después. Es un modo de vida y un elemento equilibrante en donde liberar las frustraciones del día a día personal y profesional, un refugio natural en donde siempre he encontrado el contrapunto y un espacio donde expresarme. En mi primera etapa (hasta los 21 años) supuso el reto de superarme día a día, sin ponerme límites. Y logré llegar mucho más allá de lo que jamás hubiera imaginado. Me ayudó a labrar una personalidad competitiva, disciplinada, perseverante y colectiva. Aprendí la importancia de empatizar y a ser un ‘lider resonante’, un multiplicador dentro del agua. Me cuesta entender la historia de mi vida sin el waterpolo. Y sé que cada jugador que ha dedicado un pedacito de la historia de su vida en este deporte, comparte un sentimiento similar de intensidad y agradecimiento. He hecho grandes amigos y he vivido grandes momentos que por suerte perdurarán en el tiempo y la memoria. Tal es mi relación, que posiblemente siga dando la brasa más años, eso sí, en la categoría Masters, porque hay que dejar paso a las siguientes generaciones».

Después de una larga carrera deportivo, Fuste no se pone fecha de caducidad; quiere seguir disfrutando de todo lo que le aporta día a día el waterpolo / SIMÓN NOGERA

– ¿Cómo estás físicamente?
«Físicamente considero que soy un portero atípico. En mi juventud se estilaban dos tipos de portero: el delgado ágil y el voluminoso jugón. Yo soy más de este segundo tipo mientras que Pinedo, Motos, Aguilar y muchos que han ido siguiendo son de la línea de portero delgado ágil (y jugones). El motivo de mi físico algo más grande se explica porque en mi 1º año de juvenil en el CE Mediterrani – siendo portero suplente – me tocó prepararme físicamente durante 4 meses para ‘vengar’ las agresiones sufridas durante el partido de ida vs CN Barcelona inflingidas por parte del boya rival, un tal Rulo. Así que en el partido de vuelta tenía la misión de lanzarme al agua a por él en cuanto empezase a repartir. Casualmente ese partido no tocó a nadie y me quedé sin cumplir mi cometido. Y todo lo trabajado en el gimnasio ya se me quedó.

«Estamos trabajando duro y veo a los chicos comprometidos»

Los porteros tendemos a durar una media de 5 años más que los jugadores de campo, por lo que llegamos hasta los 40, no sin notar como pasan los años. Recuerdo al gran Jesús Rollán los últimos años dejar las piernas estiradas sobre el agua durante las transiciones de los partidos para descansarlas. A partir de los 30 tu cuerpo no es el mismo y pierdes esa capacidad de recuperación y esa frescura de los primeros años. Cuesta más, pero no por ello es peor. Porque para entonces ya has ganado mucha experiencia y eso en un portero es esencial.

«Hay equipos potentes y no será fácil lograr el objetivo»

Dice el refrán que ‘sabe más el diablo por viejo que por diablo», y es que la experiencia bajo palos es fundamental porque te permite afrontar cada lanzamiento con más inteligencia y seguridad. La recuperación muscular es más lenta, el agotamiento más rápido y pierdes velocidad-reacción con la edad, a menos de que hagas un pacto con el diablo como Pinedo, claro está. Pero esas carencias las suples con experiencia y la ilusión y la motivación por seguir haciendo aquello que tanto te gusta. La edad es a veces la que uno quiere tener, y las lesiones siempre me han respetado, por lo que afronto cada temporada con la misma ilusión que la primera vez».

– ¿Cómo ves al CN Rubí a día de hoy?
«El CN Rubí no es un club al uso. Es una gran família dirigida durante muchos años con mucha pasión y ahinco por incondicionales como Dani Gómez o nuestro entrenador Nin Aguilar. Un lugar en donde los valores prevalecen por encima de los egos y las individualidades. El colectivo es lo que prima y la cantera su máxima expresión. Eso me atrajo de este singular club y por ello decidí quedarme a sumar los últimos años de mi carrera deportiva. Tras una dura temporada en División de Honor, hemos vuelto a la categoría en la que más a gusto nos sentimos. Primera División es muy exigente, en donde el juego es mucho más físico y algo menos técnico. Y hemos vuelto con las maletas llenas, sobretodo llenas de experiencia acumulada estos dos años en División de Honor.

«El colectivo es lo que prima y la cantera su máxima expresión. Eso me atrajo de este singular club y por ello decidí quedarme a sumar los últimos años «

Una experiencia que a mi entender nos da un plus importante para afrontar esta temporada. Además hemos recuperado jugadores clave como Marc Mejías o los hermanos Tarrés, que sumados a las nuevas incorporaciones egarenses hacen – en mi opinión – que este año tengamos un equipo más compensado que el anterior y con un gran banquillo en donde todos pueden ser titulares. Toca afrontar una liga muy dura la cual vaticino que se decidirá entre los equipos que cedan menos puntos en los desplazamientos. Hay equipos muy potentes y no será fácil lograr el objetivo marcado que no debe ser otro que el de ganar el máximo número de encuentros para estar en lo más alto. Tenemos un bloque sólido y creo que somos nosotros mismos nuestro mayor rival a batir. Estamos trabajando duro y veo a los chicos muy comprometidos con el proyecto; tengo muy buenas sensaciones para esta temporada».

– ¿Hasta cuando te veremos debajo de los tres palos?
«Pues no se sabe. Siempre he dicho medio en broma que me retiraré definitivamente el día que Pinedo lo haga, pero me da que tiene gasolina hasta Tokyo 2020 y no creo que le pueda seguir el ritmo. Tengo la sensación de que me queda poquito en el waterpolo de competición, de que cada partido puede ser el último,  por lo que sólo pienso en aprovechar el momento presente. Disfrutarlo como el primer día, y no dejar de sumar. Mi situación personal me permite tener la libertad de seguir apostando por el waterpolo y mientras pueda, seguiré. Tampoco descarto una última aventura en el extranjero si el destino profesional me invita a ello. Eso sí, la próxima vez que anuncie mi retirada…no te la creas. Siempre existe una más».

twitter-bird@etoster

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