Lidia Calomardo sigue en pie de lucha

Conocemos a Lídia Calomardo, campeona de España en 1988 con el CN Molins de Rei e integrante de la primera selección española, entre otros éxitos, para analizar el waterpolo femenino actualmente

Lídia empezó a jugar con 16 años después de haber estado mucho tiempo nadando, ya que el CN Molins de Rei decidió darles una oportunidad y montar un equipo femenino. Por aquel entonces sólo había waterpolo femenino en Cataluña, donde se jugaba una liga de apenas 7 u 8 equipos. El estilo de juego era muy distinto, y como reconoce Calomardo: “era más agresivo, buscando realizar bloqueos y entradas para conseguir la expulsión o plantarnos en dos metros. Era menos técnico y estratégico”. “Éramos luchadoras, compañeras y amigas. Personalmente guardo mucha añoranza y excelentes recuerdos”, concluye.

Una de las cosas que más destaca Lídia es la existencia de los centros de alto rendimiento, las escuelas, campus y torneos que “hacen que las chicas estén enganchadas y lo disfruten”. Otra de las partes positivas para el crecimiento del waterpolo femenino es la separación entre masculino y femenino en la mayoría de clubs, dejando a un lado los mixtos. “Lamentablemente el jugar en equipo mixto hace que las chicas no tengan el protagonismo que deberían”. Pero Lídia recuerda: “hay que seguir formando la base y apoyar a los clubes más pequeños para que el waterpolo crezca a lo ancho y a lo alto”.

El camino a recorrer por el waterpolo femenino sería, según Calamardo, el realizar “una buena gestión con deportistas femeninas desde edad benjamín y sin jugar en equipos mixtos” para que no tengan que marcharse a otros equipos según avanzan en categorías. Esta reubicación provoca en muchas ocasiones el abandono prematuro de estas deportistas, “siguen las que están en la élite, pero las que no, ¿qué oportunidad tienen cuando terminan en categoría y son absolutas?”. “Si miro la parte formativa del deportista y no la parte competitiva, todavía nos queda camino por recorrer, sobre todo en categorías y en clubes de pequeño formato. Hay que cuidar la base ganando y no perdiendo deportistas para seguir creciendo y dando opciones también a los que no llegarán a ser deportistas de élite. El deporte formativo es muy importante.”, sentencia.

Pero la vinculación de Lídia con el waterpolo no terminó después de colgar el gorro, y es que de la mano de su hija Laia ha estado durante los últimos 12 años visitando de manera habitual, además de, por supuesto, estar “como espectadora en las gradas o en el sofá de casa viéndolo por la televisión, ya que estoy y estaré siempre disfrutando del waterpolo, mi pasión”.

twitter-bird@jplazar7

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